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Una economía popular

El interés por la economía popular está creciendo: el público sigue de cerca libros, artículos, blogs y conferencias públicas sobre el tema.

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El interés por la economía popular está creciendo: el público sigue de cerca libros, artículos, blogs y conferencias públicas sobre el tema.



Participé en un panel de análisis sobre este fenómeno en la reunión anual de la Asociación Económica de Estados Unidos en Denver. En las discusiones surgió una aparente paradoja: la expansión de la economía popular se produce en un momento en el que el público parece haber perdido la fe en los economistas profesionales, ya que casi ninguno de nosotros pudo predecir y ni siquiera advertir de última crisis económica, la más grande después de la Gran Depresión.

Entonces, ¿por qué el público está comprando más libros escritos por economistas profesionales?
La explicación más persuasiva que escuché es que la economía se está volviendo más interesante porque parece que dejó de ser una disciplina acabada y cerrada. No es divertido leer un libro o artículo que dice que las previsiones económicas deben ser explicadas por modelos de computadora que usted, el lector general, no podría entender si no tiene un doctorado. 
La verdad, el público tienen razón: si bien estos modelos tienen una base científica, también pueden estar muy equivocados. Algunas veces necesitamos apagar el piloto automático y pensar por nosotros mismos y usar lo mejor de nuestro intelecto humano cuando se produce una crisis.

Hasta no hace mucho los economistas profesionales se habrían negado a escribir un libro popular. Ciertamente, no habría sido visto favorablemente con miras a una posición académica permanente o una promoción. Como no incluye ecuaciones o tablas estadísticas, los profesionales argumentarían que no es un trabajo serio y que no es digno de análisis académico.

En las décadas previas a la última crisis financiera y alentados por las tendencias de investigación, los economistas empezaron poco a poco a verse a sí mismos y a su profesión de la misma manera. Por ejemplo, después de 1960 cuando la Universidad de Chicago empezó a crear una cinta de computadora Univac que contenía información sistemática acerca de millones de precios de acciones, se interpretó que numerosas investigaciones científicas sobre las propiedades de los precios de las acciones confirmaban la “hipótesis de los mercados eficientes.” Se pensaba que las fuerzas competitivas en las que se basaban las bolsas de valores llevaban a los precios de todos los títulos a sus valores fundamentales reales. Todos los esquemas de intercambio que no se sustentaban en esta hipótesis se consideraban erróneos o fraudes abiertos. La ciencia había triunfado sobre los expertos de los mercados cambiarios -o eso parecía.

La crisis financiera le dio una sacudida fatal a esa confianza exagerada en la economía científica. No se trata sólo de que la profesión no predijo la crisis. Sus modelos, al seguirse al pie de la letra, algunas veces sugerían que una crisis de esta magnitud no podría producirse.

Los relativamente pocos economistas profesionales que advirtieron de la última crisis fueron personas, que al parecer, no sólo leían la literatura económica académica sino que también utilizaron su juicio personal: comparaciones intuitivas con episodios históricos; conclusiones sobre la especulación, las burbujas de precios y la estabilidad de la confianza; evaluaciones de los propósitos morales de los actores económicos; e impresiones de que la autocomplacencia se había establecido, bajando la guardia de los vigilantes.

Estas conclusiones las hicieron economistas que estaban familiarizados con nuestros líderes empresariales, sus motivaciones, creencias, subterfugios y racionalizaciones. Sus puntos de vista nunca habrían podido ser enviados a una revista académica y evaluados como se hace con un nuevo procedimiento médico. No hay un procedimiento científico establecido que hubiera podido probar su validez.

Para mí, y sin duda para los otros panelistas, parte del proceso de abordar los aspectos inexactos de la economía es hablar honestamente al público, mirarlo a los ojos, aprender de él, leer sus correos electrónicos y después hacer un análisis franco para decidir si nuestra teoría favorita está realmente cerca de la verdad.



Copyright: Project Syndicate, 2011

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