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Columnistas

Sobre méritos y deméritos del actual gobierno

Por: Equipo DF

Publicado: Viernes 15 de febrero de 2013 a las 05:00 hrs.

Entrando ya en el último año de la actual administración, comienzan a surgir voces, a uno y otro lado del espectro político, sobre lo que habrían sido los méritos y deméritos de la actual administración. Siguiendo una tradición chilena de larga data -“el chaqueteo”- lo que más se escucha es sobre deméritos, enfocándose en lo más lucido del gobierno, el desempeño económico. Pero en este ámbito, las voces críticas enfrentan un desafío no menor, esto es, cómo disminuir o relativizar lo que ha sido una gestión económica notable.

En apretada síntesis, los datos duros con que deben habérselas los críticos son los siguientes: 1) el país se recuperó con rapidez inusitada de uno de los terremotos más grandes de la humanidad; 2) la economía ha vuelto a crecer a tasas sostenidas, algo superiores al 5%, lo que no se veía desde hace casi quince años; 3) el desempleo alcanza niveles récord bajos, como no se veía hace décadas y 4) las finanzas públicas han sido normalizadas, lo que ha sido reconocido por el mercado internacional de bonos y por las clasificaciones de riesgo de nuestra deuda pública.

De cara a esta realidad, las voces críticas argumentan que nada de esto representaría un mérito especial. El crecimiento económico sería efecto de los altos precios del cobre; el bajo desempleo, un corolario de lo anterior; las finanzas públicas se habrían arreglado “solas”, como resultado del mismo crecimiento pero también de una regla fiscal de antigua data; finalmente, la reconstrucción, es algo que tocaba hacer (no mencionan a Tocopilla).

Es efectivo que el precio del cobre tiene un innegable efecto sobre la actividad económica. Pero, por otro lado, también es efectivo que otros países, con similar bonanza externa de precios de exportación, han tenido un desempeño más bien mediocre. Lo que explica la diferencia es el clima de negocios, que en Chile continúa siendo positivo, y, sí algo, ha mejorado: basta considerar cómo ha caído el costo de capital de invertir en Chile y los índices de competitividad. Asimismo, si bien es efectivo que la regla fiscal viene de antes, las circunstancias que enfrentó esta administración fueron especialmente complejas: tomó al país con un déficit fiscal de proporciones (muy alejado de la regla fiscal), con un terremoto de magnitudes históricas y demandas sociales explosivas por problemas pospuestos por muchos años. Todo ello representó un desafío enorme y es mérito de la actual administración el haber tenido que habérselas con todo ello y, además, enmendar el rumbo en el ámbito fiscal, como de hecho lo hizo.

Desde el otro extremo del espectro político, se critica a la actual administración por no haber sido lo suficientemente ortodoxa en la defensa de lo que serían los principios “del modelo”. Si lo que tienen en mente estos críticos es la ausencia de políticas del tipo “Tea Party” de la derecha republicana, están en lo correcto: para gobernar se precisa el 50%+1 de los votos, y no es posible conformar esa mayoría en los tiempos que corren con políticas del tipo “Tea Party”; en definitiva, se trata de un gobierno de centro derecha, no de extrema derecha y sí, está dentro de las posibilidades que un gobierno de centro derecha eleve los impuestos, como lo hizo: manteniendo impuestos moderados a las empresas y sin alterar la filosofía central del sistema tributario.

Así las cosas, los posibles deméritos, quizá habría que buscarlos en otra parte. Por ejemplo, en la ralentización de inversiones del sector energía, y en una ejecución muy lenta del programa de concesiones de obra pública, todo lo cual pasará la cuenta en años venideros. Otro frente es la delincuencia. Se habían cifrado esperanzas en esta área que no se condicen con los resultados. 
Como se ve, también hay deméritos de la actual administración (y cómo no). Pero si quieren buscarlos en el desempeño económico, la cosa no va por ahí.

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