De nuevo la inflación
Rodrigo Aravena González, economista jefe del Banco de Chile
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Rodrigo Aravena
Pocas veces hemos hablado tan reiteradamente de un mismo tema. Y resulta aún menos frecuente que ese mismo tema genere nuevas discusiones e incluso condicione, cada día más, la agenda de política económica. Eso es lo que ha ocurrido con la inflación, sobre todo desde mediados de 2021.
¿Qué sucedió ahora, que de nuevo estoy escribiendo una columna sobre inflación? A grandes rasgos, diría que dos cosas importantes: primero, que las cifras confirman que estamos ante un proceso con más inercia y persistencia de lo que esperábamos; segundo, que hemos visto la aparición de algunos factores más bien estructurales que podrían dificultar muchísimo más la normalización del IPC.
La semana pasada, nuevamente la inflación sorprendió, tras anotar un 0,8% en diciembre (sobre el 0,5% esperado por el mercado), y alcanzar un inédito 7,2% anual. Más allá del análisis puntual de la cifra, es importante consignar que esta constituyó la sexta sorpresa consecutiva. Así es, llevamos seis meses en que la inflación ininterrumpidamente sobrepasa las expectativas de mercado. Con ello, es evidente que ya no podemos seguir hablando de "sorpresas" inflacionarias, sino más bien de una "tendencia" que a todas luces se ha instalado en nuestra economía.
Además, se han intensificado los efectos de segunda vuelta, lo cual agregará una importante persistencia. En esta línea, es importante destacar la mayor difusión inflacionaria, lo cual queda en evidencia en la alta proporción de artículos que siguen subiendo de precios, cifra que superó el 60% en diciembre. Es decir, la inflación pasó a ser un proceso más bien generalizado y no solo consecuencia de un shock que afecta a un grupo acotado de bienes.
Incluso más preocupante resulta la tendencia de las medidas subyacentes, ya que todas ellas exceden con creces la meta de 3%. Estos elementos contribuirán significativamente a que el IPC se mantenga en torno a 7% (o incluso más) al menos hasta el tercer trimestre.
Quizás más preocupante sea la aparición de algunos elementos que podrían elevar la inflación más estructural. Uno de ellos es el desanclaje en las expectativas, que ha aumentado por sobre el 3% incluso para plazos superiores al horizonte de dos años. Por primera vez en la historia reciente (y comparable), la proyección para tres años implícita en la Encuesta de Expectativas Económicas aumentó del 3%, mientras que la compensación inflacionaria del mercado financiero a 10 años está por sobre ese umbral. Además, la tasa de participación laboral sigue siendo muy inferior a las cifras pre pandemia, lo cual, de no cambiar en el corto plazo, agregaría una presión no despreciable a nivel de costos laborales.
Si bien la política monetaria tiene un rol clave en la estabilidad de precios, hay factores que la trascienden, como la sostenibilidad fiscal y la fortaleza de las instituciones, entre otros. Estos elementos no solo son críticos para la estabilidad macro, ya que también incluso condicionan la efectividad que pueda tener la política monetaria. Esto constituye una razón adicional para centrar todos los esfuerzos en recuperar la solidez fiscal que solía tener Chile, como así también ser especialmente cuidadosos en las propuestas que se consideren en el actual cambio de ciclo político y en la nueva Constitución.
Por ahora, tenemos razones de sobra para creer que la inflación sea la principal fuente de preocupación macro para este año, pese a la recesión que enfrentaríamos a fines de 2022.