Saqueando al nuevo lejano oeste
Los océanos nos la nueva frontera de nuestro planeta, un área enorme explorada sólo en parte y poco regulada, donde forajidos...
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Richard Branson
Los océanos nos la nueva frontera de nuestro planeta, un área enorme explorada sólo en parte y poco regulada, donde forajidos y ciudadanos cumplidores de la ley están saqueando legalmente los recursos del planeta. Mientras que entre 15% y 20% del área terrestre de la Tierra está designado como “protegido”, con estatus como parques nacionales o áreas de conservación, menos de 1% de los océanos del mundo -que cubren 70% de la superficie- disfruta de las mismas protecciones. Esto necesita cambiar rápidamente, porque nuestros océanos están muriendo.
En la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable que tendrá lugar en Brasil el 20 de junio, Ocean Elders, un grupo de dirigentes mundiales que se han unido para usar su influencia para promover la conservación de los océanos, estará instando a los jefes de Estado y enviados gubernamentales de alto nivel a redactar un mandato que obligue a las naciones en todo el mundo a asumir un nivel mucho más alto de responsabilidad por el bienestar de nuestros océanos. A la conferencia se le conoce como Río+20, reconociendo que han pasado 20 años desde la primera Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro. En esta cumbre, es hora de que los líderes promuevan el verdadero cambio.
Con la mayor parte de alta mar abierta a la pesca sin restricciones, los océanos están siendo saqueados. Una de las peores técnicas es la red barredera del fondo marino, que involucra arrastrar grandes y pesadas redes por el lecho marino, destruyendo corales y esponjas vitales para los ecosistemas; destruyendo efectivamente la vida marina de los océanos. Este barrido indiscriminado es tan ineficiente como destructivo: por cada medio kilo de especies de peces previstas atrapadas en cada red, se mata a alrededor de cinco kilos de “víctimas colaterales” (peces no deseados). No sorprende que estudios del Departamento de Alimentación y Agricultura (FAO) de la ONU mostraran en 2012 que alrededor de un tercio de las existencias de peces estuvieran explotadas en exceso, reducidas o en recuperación.
Y la pesca excesiva y la destrucción sistemática de los ecosistemas marinos no son las únicas amenazas producidas por el hombre para nuestros océanos. Regularmente sólo ponemos atención a la basura que vemos y reconocemos; como el muelle de 22 metros de largo procedente de Japón que recientemente encalló en una playa de Oregon 15 meses después del tsunami ahí, pero realmente son los restos flotantes mucho más pequeños los que causan más estragos. Con el tiempo, los millones de toneladas de plástico desechado que son lanzados a nuestros océanos se desintegran por la acción de las olas y la luz solar para formar lo que se convierte en sopa plástica estilo plancton que los peces confunden con alimento. Los peces comen el plástico y, si sobreviven a eso, en algunos casos nosotros comemos los pescados.
Organizaciones como WildAid y personas como Woodring están haciendo valientemente su parte para atraer la atención hacia estas amenazas múltiples para nuestros océanos, pero todos debemos ayuda obligando a nuestros representantes electos a emprender una acción urgente y concreta. Hay una enorme extensión de océanos vulnerables y se va a requerir mucha vigilancia bien coordinada si deseamos darles la protección que merecen.
En un informe elaborado en 1987, una comisión independiente que reportaba ante Naciones Unidas definió el desarrollo sustentable como ‘’la satisfacción de las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades’’. Si no podemos resolverlo ahora, las ballenas, delfines, tiburones y arrecifes de coral serán el tema de las lecciones de historia para los hijos de nuestros hijos.