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Columnistas

DF Tax | Reforma Tributaria: una gran oportunidad

Hugo Hurtado, Socio Líder Tax & Legal de Deloitte

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 13 de octubre de 2022 a las 04:00 hrs.

La semana pasada se presentaron indicaciones al proyecto de ley de reforma tributaria. Estas indicaciones recogerían a juicio del Gobierno las principales sugerencias que recomendaron expertos de distintos sectores políticos. Tras las modificaciones se espera recaudar 3,6 puntos del PIB (en lugar de los 4,1 inicialmente propuestos), pero atribuyendo 1,6 puntos a mejoras en fiscalización, control de la evasión y elusión, número que según expertos y economistas es poco realista de alcanzar.

Esta semana el FMI informó que espera que nuestra economía decrezca al 1% el 2023 (siendo el único país de la región que decrecerá). Por su parte, el Ministerio de Hacienda informó que el impacto del conjunto de la reforma en régimen podría llegar a 2,7 puntos del PIB.

“A mi juicio, es posible aumentar la recaudación y el crecimiento como lo han hecho algunos de los países OCDE que miramos como referentes (Australia, Nueva Zelandia y Canadá, por ejemplo), pero esto debe hacerse mediante un consenso amplio, gradual y sin sesgos ideológicos. Este desafío genera ciertamente una gran oportunidad para diversos sectores políticos”.

A pesar de incluir algunos avances con las indicaciones, el proyecto sigue estableciendo medidas que pueden afectar la inversión y el crecimiento. Acá van algunos ejemplos: se sigue avanzando en una desintegración del sistema tributario, el cual genera complejidades e incertidumbre a las grandes inversiones; aún existe un impuesto a las utilidades retenidas en las empresas; se persevera en la creación de un impuesto al patrimonio, insistiendo en un tributo que no ha tenido éxito en 9 de 12 países OCDE en los que se ha implementado; se limitan los créditos por impuestos pagados en el exterior a un 27% en lugar del 35% actual (haciendo 8 puntos menos rentable invertir en el exterior); y se crean incentivos para la depreciación semi- instantánea de algunos activos pero al mismo tiempo se limita el porcentaje de las pérdidas que pueden usarse para rebajar la renta líquida imponible de las empresas.

En esa línea algunos sectores de derecha más conservadora señalan que éste no es un buen momento para realizar una reforma tributaria (no indicando cuándo sería un buen momento) y que la “mayor eficiencia en el gasto público” podría mitigar las brechas en educación, salud y seguridad, entre otros. También aducen que la baja de impuestos generaría mayor crecimiento y que esto provocaría disminuciones importantes de las desigualdades.

Por su parte, la izquierda más progresista busca eliminar el acumulamiento de recursos en las medianas y grandes empresas y en personas de altos patrimonios -mediante medidas principalmente extraídas de la academia y con poco respaldo empírico- porque esa acumulación llevaría a mayor concentración de recursos y esa riqueza se transferiría de generación a generación, haciendo al rico más rico y al pobre más pobre. Asimismo, se busca impactar fuertemente a empresas que extraen productos no renovables que nos pertenecen a todos, ante lo cual el fisco debe ser retribuido generosamente por tales acciones.

Ambas posiciones parecen un tanto sesgadas y de difícil comprobación empírica. Si hay algo claro es que la incertidumbre que genera esta discusión tiene un impacto relevante en la inversión. ¿Estaría usted dispuesto a invertir en un proyecto minero de miles de millones de dólares si no sabe cuánto le quedará después que el fisco cobre su “participación”? En efecto, uno los mayores efectos nocivos en la inversión y en el crecimiento es generado por la incertidumbre y necesitamos volver rápidamente a la senda del crecimiento. En esa línea el profesor José Yañez de la FEN de la Universidad de Chile realizó un estudio en el cual concluye que por cada punto porcentual de aumento del PIB, la recaudación aumenta en 1,05 puntos.   

Ciertamente hay espacios para aumentos moderados en el royalty minero, impuestos a personas naturales (recaudamos 2,4% del PIB versus 8% de la OCDE), impuestos correctivos, eliminación renta presunta, entre otros. A mi juicio, es posible aumentar la recaudación y el crecimiento como lo han hecho algunos de los países OCDE que miramos como referentes (Australia, Nueva Zelandia y Canadá, por ejemplo), pero esto debe hacerse mediante un consenso amplio, gradual y sin sesgos ideológicos. Este desafío genera ciertamente una gran oportunidad para diversos sectores políticos. Quizás la meta de recaudación no debería ser 3,6% del PIB como propone el Gobierno ni 0% como proponen otros sectores, sino un punto razonable dentro de esos parámetros, que nos permita recaudar, pero ser al mismo tiempo procrecimiento.

 

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