La Polar y las opciones de acciones
En esta oportunidad quisiera referirme a una de las herramientas sindicadas como responsables de facilitar la estafa de La Polar, los “stock options”.
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Rafael Rodríguez
En esta oportunidad quisiera referirme a una de las herramientas sindicadas como responsables de facilitar la estafa de La Polar, los “stock options”.
Este mecanismo fue el utilizado por la dirección de la empresa para poner incentivos a sus ejecutivos para lograr incrementar lo más posible el valor de la compañía. Este incentivo, que es ampliamente utilizado por empresas abiertas en bolsa en todo el mundo pero que en el caso de La Polar adquirió proporciones épicas, se tradujo en un elemento de corrupción para sus ejecutivos. En efecto, de acuerdo a informaciones de prensa el gerente de Créditos de la empresa vendió en febrero de este año $ 2.000 millones en acciones de la empresa, una cifra que corresponde a unos 25 años de remuneraciones de un gerente de créditos de acuerdo a su remuneración de mercado. Una situación similar se verificó para otros ejecutivos de la compañía de acuerdo a lo que se ha publicado también.
Según mi experiencia, la gran mayoría de las personas nunca en la vida tienen la posibilidad de obtener una ganancia de esa envergadura en poco tiempo, no sólo a través de su trabajo como ejecutivos sino que por lo general, de ninguna otra forma. Si se presenta esta oportunidad, pocos son los que estarían dispuestos a dejarla pasar así sea que deban cruzar la frontera de la legalidad para obtenerla, más aún cuando el esquema es tal, como ocurrió en La Polar, que sus responsabilidades son compartidas. No sería extraño que incluso personas que con sus decisiones eran cómplices de este esquema o al menos encubridores de la realidad no pensaran en ese momento en la gravedad o las consecuencias de sus actos, enceguecidos por los beneficios personales a los que podían tener acceso de incrementarse el precio de la acción.
Tal como en otro sentido lo señala la publicidad de ING, ¿cuál es su número?, la mayoría de las personas no lo sabe y no reconocerían tenerlo incluso, pero en algún punto, cuando los incentivos son desproporcionadamente altos, sin analizarlo debidamente la mayoría de las personas puede cruzar la frontera de la corrección e incluso de la ley.
Sin lugar a dudas, las responsabilidades son individuales y cada persona debe responder por sus actos, pero al analizar las responsabilidades, el establecimiento de un esquema de incentivos que ofrece beneficios potencialmente corrompedores de la corrección de sus beneficiarios debiera llevar a sus autores intelectuales a dar las explicaciones del caso.
Me parece necesario no demonizar la herramienta del “stock option”, porque en alguna medida, tal como diría el actual presidente de La Polar, la culpa no es del chancho, sino que es del que le da el afrecho. Los “Stock options” son una útil herramienta para incentivar a los ejecutivos, alinear sus intereses a los de la empresa y para fidelizarlos con la compañía. Han sido utilizados en forma exitosa en miles de empresas a través del mundo y el caso de la mala experiencia en La Polar no desmerece su potencial beneficio como una poderosa herramienta de incentivos.