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Por qué ya no quiero un Tesla

Pilita Clark

Por: Pilita Clark | Publicado: Lunes 19 de agosto de 2024 a las 04:00 hrs.
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Pilita Clark

He querido un Tesla desde el día de 2012 en que Elon Musk vino a las oficinas del Financial Times (FT) en Londres para hablar sobre su empresa de coches eléctricos.

Musk no era un nombre conocido en ese entonces. Pero como yo era la corresponsal del medio ambiente del FT sabía un poco sobre él y el Tesla rojo en el que llegó, del que había leído que podía acelerar de 0 a 100 km. por hora en menos tiempo del que se tarda en encender un cigarrillo.

El coche se veía aún mejor en persona. Cuando procedió a invitar a un colega a dar una vuelta en él, me gustaría decir que fui magnánima y no sentí una envidia descabellada, pero no fue así.

Las payasadas de Elon Musk están alejando a los clientes más obvios de sus vehículos.

El aguijón de los celos ha disminuido y junto con él -como me di cuenta la semana pasada- cualquier gran deseo de tener un Tesla. Esto se debe en parte a que los esfuerzos pioneros de Musk impulsaron a otros fabricantes de automóviles a mejorar su juego eléctrico y ahora hay muchos vehículos rivales que se pueden elegir, incluyendo algunos más baratos que los Tesla.

Pero también se debe a lo que Musk les dijo a sus 193 millones de seguidores el fin de semana pasado en X, la plataforma de redes sociales que ha convertido en un triste cascarón de lo que fue desde que la compró en octubre de 2022.

“La guerra civil es inevitable”, escribió en respuesta a un video que mostraba los disturbios de extrema derecha que sacudían las ciudades del Reino Unido, que otro usuario había sugerido que fueron causados por “la migración masiva y las fronteras abiertas”.

Ver a Downing Street protestar porque no había “justificación” para las palabras incendiarias del multimillonario me recordó a la condena de la Casa Blanca contra él en noviembre, cuando respaldó una publicación antisemita en X. Y las empresas que retiraron sus anuncios de su plataforma. Y las decenas de otros críticos que lo instaron en vano a que se callara.

Gobiernos del G7. Corporaciones multinacionales. Nada ha detenido a Musk, quien se disculpó por la publicación de noviembre, pero ha permitido que X restituya a una serie de figuras divisivas, entre ellas Tommy Robinson, el rostro del activismo de extrema derecha del Reino Unido, a una de cuyas publicaciones sobre los disturbios Musk respondió con signos de exclamación.

Así que, considerando todo, yo preferiría no comprar uno de los coches de Musk.

Esto difícilmente molestará a un gigante de los autos eléctricos como Tesla, cuyo vehículo utilitario deportivo Model Y fue el coche más vendido del mundo de cualquier tipo, eléctrico o no, en 2023.

Pero sí plantea una pregunta sobre en qué punto las payasadas de un líder empresarial pueden alcanzar un punto de inflexión que comience a perjudicar activamente al negocio.

El ejemplo más representativo de la conducta corporativa autolesiva en el Reino Unido sigue siendo Gerald Ratner, el exdirector de un imperio de joyas que se hundió después de una de sus bromas en 1991, en la que dijo que algunos de sus productos eran baratos porque eran “una basura total”.

Las provocaciones de Musk son diferentes. Normalmente defiende ferozmente a sus productos, lo que lo hace más parecido a Michael O’Leary. El provocador jefe de la aerolínea Ryanair ha llamado a los reguladores “cretinos” y a los operadores aeroportuarios “violadores que cobran de más”, pero sus burlas generalmente tienden a destacar sus vuelos de bajo costo.

Además, no importa lo que pienses de O’Leary, a veces tienes que volar con Ryanair porque es la mejor manera de ir de A a B. Los compradores de coches eléctricos tienen muchas más opciones, lo cual es una de las razones por las que algunos analistas creen que el comportamiento polarizador de Musk podría causar problemas para su negocio.

Las llamadas “tasas de consideración” del fabricante de automóviles, o la proporción de posibles compradores, han estado bajando en EEUU desde que Musk comenzó a transformar Twitter, ahora X, a fines de 2022, dice Shahar Silbershatz, directora de Caliber, la firma de inteligencia de mercado que rastrea las puntuaciones de Tesla a diario.

Las tasas se consideran un buen predictor de las ventas, me dijo la semana pasada, y los datos de Caliber muestran que las cifras de Tesla comenzaron a caer (de aproximadamente el 40% en noviembre al 30% en febrero), después de una serie de controversias, incluyendo el escándalo antisemita.

Es revelador que las caídas fueron más pronunciadas entre los demócratas, que generalmente son mayores fanáticos de los coches eléctricos, y esto fue antes de que Musk respaldara al candidato presidencial republicano, Donald Trump, en julio. Las cifras preliminares de agosto de Caliber sugieren que las puntuaciones de Tesla entre los demócratas han caído aún más.

Es imposible decir si los arrebatos de Musk están causando estos cambios. Tesla ha sufrido una serie de otras presiones, desde tasas de interés más altas hasta fallas en la cadena de suministro.

Pero como dice Silbershatz, en un momento en que Tesla enfrenta todos esos vientos en contra, además de la creciente competencia de otros fabricantes de automóviles, Musk está dándoles a sus “compradores naturales” en EEUU una buena razón para evitar sus vehículos. A partir de la semana pasada, diría que lo mismo se aplica en el Reino Unido. Con creces.

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