Desde el surgimiento de la crisis económica y financiera más grave y profunda que se ha conocido desde la Gran Depresión del 29, las economías más desarrolladas siguen amenazadas por la incertidumbre y por las dificultades para superar la situación actual.
En este contexto, las severas medidas de reforma y ajustes adoptadas en España permiten vaticinar un futuro esperanzador en la medida en que se sigue recibiendo una entrada anual de inversiones extranjeras -de 25.000 millones de euros-, se ha disminuido el déficit por cuenta corriente y se ha producido un espectacular crecimiento de las exportaciones hasta alcanzar un máximo histórico de la tasa de cobertura, superior al 85%, originado por la elevada productividad de las empresas españolas, el dinamismo de la innovación y el progreso tecnológico, así como por la gran capacidad de diversificación de las exportaciones hacia países con mayores oportunidades de crecimiento como son las economías emergentes.
En cualquier caso, España es una economía intensiva en conocimiento, que dispone de una fuerza laboral cualificada por encima del promedio europeo, una producción científica destacada a nivel mundial y un entorno favorable para hacer negocios, ya que cuenta con una de las mejores redes de infraestructura de Europa, un sector de telecomunicaciones a la vanguardia mundial y una posición territorial clave para acceder a los grandes mercados de Europa y Sudamérica.
Con un déficit en 2011 cercano al 9% del PIB y un crecimiento negativo, el panorama de la economía española hubiera sido desalentador si no se hubiesen adoptado las medidas de ajuste fiscal que han reducido el déficit público hasta alcanzar el 6,7% del PIB en 2012, lo que ha disipado buena parte de las interrogantes y desconfianzas sobre la capacidad del gobierno para controlar y reducir el déficit publico y alcanzar el equilibrio de las cuentas publicas.
Por lo que se refiere al mercado laboral, España está a la vanguardia de los países que han realizado el mayor esfuerzo por adoptar las recomendaciones realizadas por los organismos multilaterales. Las reformas aprobadas a comienzos de 2012, según la OCDE, han hecho de España el país que más ha reducido los costos laborales hasta el punto de que más de 1.000 empresas se han descolgado de los convenios colectivos en los que se prescindía de criterios de eficacia y productividad en los aumentos salariales en detrimento de la competitividad y el mantenimiento de la ocupación. Y otro tanto cabe afirmar de la intensa y transparente recapitalización y reestructuración que se ha hecho del sistema financiero. Las necesidades de capital de los test de estrés en 2012 revelaron que, incluso en el escenario más exigente, no serían superiores a los 60.000 millones de euros; habiéndose incrementado las provisiones bancarias hasta alcanzar los 192.000 millones de euros en 2012, lo que ha aumentado la confianza en el sistema financiero español para estar en condiciones de satisfacer la demanda de crédito a empresas y familias y, en particular, a las empresas exportadoras que se están convirtiendo en el componente más dinámico y esperanzador de nuestra economía.
En definitiva, España es un país de oportunidades que ha demostrado que los desequilibrios se pueden corregir, con un sector exterior pujante y competitivo merced a la diversificación de sus exportaciones en productos, áreas geográficas y valor añadido, fruto del programa de ajustes y reformas más ambicioso y profundo aplicado por cualquier país de la Unión Europea y que ha condicionado la recuperación, en gran parte, de la credibilidad perdida por los inversores internacionales, organismos multilaterales y agencias financieras y que sentaran las bases de una economía más avanzada, abierta y competitiva tras la superación de la crisis actual.