Política de desarrollo de Chile: es hora de abrir la cortina ideológica
La reciente visita al país de Ricardo Hausmann...
La reciente visita al país de Ricardo Hausmann, director del Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, puso en el tapete uno de los desafíos más complejos que presenta Chile de cara a las próximas décadas: avanzar hacia una política de desarrollo basada en la innovación y el conocimiento.
Durante las últimas décadas, Chile ha llevado adelante un modelo económico que ha explotado eficientemente las ventajas comparativas de nuestro país, con incrementos sustantivos de la producción y exportaciones de productos intensivos en recursos naturales.
Sin embargo, desde hace ya varios años se ha hecho evidente la dificultad de dar pasos adicionales. La productividad total de factores ha dejado de incidir significativamente en el aumento del PIB nacional, mientras las exportaciones no tradicionales, pilar del inicio del proceso de desarrollo acelerado de Chile, han dejado de crecer. Se hace cada vez más evidente que el modelo actual no es suficiente.
Las dificultades para progresar a partir del modelo de crecimiento en base a la explotación de recursos naturales ya fueron evidenciadas en el pasado. Así fue como se identificó como política nacional la búsqueda de la “segunda fase del modelo exportador” y también algunas políticas sectoriales como la del “cluster minero”, las cuales han arrojado resultados acotados.
Hausmann plantea un diagnóstico interesante. Parece deseable avanzar hacia una mayor complejización de la economía chilena siempre que ello sea el resultado de la profundización de nuestra actual base competitiva y no un cambio de orientación que nos desvíe de las actividades que sostienen la competitividad del país.
Esta situación ha sido producto de una sesgada visión ideológica, que rechaza cualquier acción que busque intervenir en la estructura productiva del país.
Dado el nivel de desarrollo del país, cabe plantear que existe un espacio para evaluar seriamente una forma de acción que involucre al gobierno, al sector privado y al mundo de la investigación en pos de una estrategia de desarrollo que aproveche la base productiva nacional en algunos sectores de los recursos naturales y acelere sus beneficios.
La actividad minera tiene mucho que decir al respecto, ya que Chile presenta condiciones únicas para poder complejizar esta actividad sobre la base de una política efectiva de articulación de carácter público-privado para el aprovechamiento de sinergias entre compañías mineras, proveedores nacionales, gobierno y academia.
Más preocupante que la carencia de políticas focalizadas en generar oportunidades para un desarrollo industrial que no se base únicamente en la extracción del metal, es la reticencia a elaborar una visión distinta. La posibilidad de un modelo que involucre a diversos actores no debiese ser considerada como un riesgo, sino como una posibilidad real pragmática capaz de generar políticas de desarrollo de largo plazo.