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Columnistas

PNUD-OIT: Claves para una agenda que impulse la inclusión laboral de las mujeres

GEORGIANA BRAGA-ORILLARD Representante Residente del PNUD en Chile y FABIO BERTRANAU Director de la oficina OIT para el cono sur

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 24 de abril de 2025 a las 04:00 hrs.

Chile enfrenta un desafío persistente en materia de participación laboral de las mujeres. A pesar de la recuperación del empleo después de la pandemia, la tasa de participación laboral se mantuvo en 52,7% en 2024, un porcentaje similar al 52,4% de 2019. Esta cifra muestra una brecha importante cuando se compara con la participación de los hombres, que en 2024 alcanzó a 71,9%. Además, las mujeres enfrentan mayores tasas de desempleo (9,2%) en comparación con los hombres (8,1%), y sus tasas de ocupación siguen siendo significativamente más bajas.

La publicación “Barreras persistentes para la participación laboral de las mujeres en Chile”, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el Cono Sur, es una continuación de un estudio realizado en 2022, cuyo objetivo fue describir los principales obstáculos que impedían a las mujeres retornar al mercado laboral tras el fin de la pandemia.

“El estudio muestra que aumentar en cinco puntos porcentuales la participación laboral de las mujeres puede elevar el PIB hasta en 2%. En un contexto de incertidumbre económica global y de repriorización del crecimiento económico en la agenda país, se trata de una oportunidad ineludible”.

Los resultados del estudio actual confirman que varios de estos obstáculos persisten. Evidencian, además, que las barreras estructurales que limitan el acceso, permanencia y desarrollo de las mujeres en el mercado laboral son multicausales y complejas. Esto es, precisamente, lo más alarmante: la dificultad del país para avanzar significativamente en la solución de barreras persistentes y, en gran medida, conocidas por todos los actores.

Dentro de los obstáculos que describe la publicación destacan la carga desigual de cuidados (tanto de niños, como de personas mayores o en situación de discapacidad) y el trabajo doméstico no remunerado. En Chile, las mujeres destinan el doble de tiempo que los hombres a estas labores no remuneradas, lo que impacta directamente en su capacidad para asumir empleos de calidad. Según los datos de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), las mujeres dedican un promedio de 2,2 horas diarias al trabajo de cuidados no remunerados, mientras que los hombres dedican 1,3 horas.

Los grupos focales realizados en el marco de este estudio muestran que muchas mujeres enfrentan dificultades para equilibrar estas responsabilidades con las demandas de los puestos de trabajo disponibles, lo que las impulsan a tomar trabajos ocasionales, de tiempo parcial, y a desarrollar estrategias informales para generar ingresos. Ello limita sus oportunidades de empleo estable y bien remunerado.

Además, las mujeres en Chile reciben salarios significativamente más bajos que los hombres, lo que desincentiva su participación laboral. Según la publicación, el 41% de las mujeres trabajadoras tienen salarios bajos, frente al 31% de los hombres. A esto se suman mayores tasas de informalidad laboral. Estas desigualdades perpetúan la exclusión de las mujeres del mercado laboral formal e incrementan la vulnerabilidad económica.

Las mujeres enfrentan también discriminaciones que se manifiestan en diversas etapas del ciclo vital. Durante los procesos de búsqueda de empleo, ellas suelen ser penalizadas cuando están en edad fértil o tienen hijos pequeños. Y también cuando son mayores y las responsabilidades de cuidado han culminado o disminuido. A ello se suma la discordancia entre las jornadas laborales y las del sistema educativo, así como la persistencia de relaciones laborales autoritarias.

Frente a este panorama, es fundamental un esfuerzo múltiple y en diferentes frentes: es clave fortalecer el sistema de cuidados y avanzar hacia un modelo corresponsable. Chile ha dado pasos importantes en esta dirección, pero se requieren políticas más decididas. También es urgente implementar programas de activación laboral femenina, con capacitación, empleabilidad y seguimiento activo.

Asimismo, es necesario facilitar la transición de trabajadoras informales al empleo formal, garantizando acceso a derechos laborales fundamentales. Esta transformación no solo responde a un principio de justicia social, sino que tiene impactos concretos en la economía nacional.

El estudio muestra que aumentar en cinco puntos porcentuales la participación laboral de las mujeres podría elevar el Producto Interno Bruto en hasta 2%. En un contexto de incertidumbre económica global, y de repriorización del crecimiento económico en la agenda país, esta oportunidad resulta ineludible y justifica los esfuerzos para impulsar la mayor participación laboral de las mujeres.

Hoy, más que nunca, es momento de repensar de forma sistémica las estrategias de política pública para la inclusión laboral de las mujeres. No basta con sumar medidas aisladas: se requiere una visión integral, que conecte cuidados, empleo formal, formación y corresponsabilidad social. Solo así será posible avanzar hacia un desarrollo verdaderamente inclusivo y sostenible.

La plena inclusión laboral de las mujeres, en condiciones de trabajo decente no es solo un imperativo ético. Es una decisión estratégica que permitirá construir una economía más competitiva y resiliente .

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