Solos
Ganamos un triste récord: el segundo país más individualista del mundo luego de EEUU...
Ganamos un triste récord: el segundo país más individualista del mundo luego de EEUU. En efecto, según un estudio publicado hace unas semanas, tendemos a realizar cada vez más actividades solos, preferimos mascotas que no nos quiten tiempo, ver televisión a conversar, dedicarle más tiempo al computador que a la interacción, trotar en la absoluta soledad a hacerlo en grupo. Incluso “chatear” para los jóvenes no es interactuar. No tienen la intención de comunicar nada. Creen erráticamente que dialogan, pero no es así. Sólo se escuchan a sí mismos. Cortan la “conversación” cuando quieren, dan la impresión de interacción, siendo que es una bocina parlante donde al otro lado no hay más que un espejo de la propia apariencia. Si no me refleja a mí, deja de ser interesante.
Revelador resulta también la importancia de la apariencia física, tanto personal como la del otro. Nos hemos vuelto insoportablemente superficiales. Basta entrar a una reunión para darse cuenta que la gente se busca por lo que puede conseguir del otro: contactos, influencia, prestigio. Nos acercamos a quienes son nuestros iguales. Desechamos a quienes no sirven a nuestros intereses.
Las amistades se han vuelto cada vez más pocas y selectivas. Los amigos están ahí para servirme de ellos, para relacionarme y “sentirme bien”.
“Nos parecemos cada vez más a los países desarrollados” dice el estudio en cuestión. Triste y peligrosa semejanza. Lo que es un claro defecto, se presenta como una bondad. Estamos conectados, pero no relacionados con el entorno. Tenemos la sensación de comunicarnos, pero sólo cotejamos información que nos permita desarrollarnos y llevar nuestra vida.
Por de pronto, debe llevarnos a tomar conciencia que una sociedad individualista sólo lleva a males peores: mayor dispersión, desigualdades, marginación. Los mismos defensores de las libertades personales a ultranza están gritando por soluciones que incluyan el bien común por sobre las mezquindades personales. Sólo un mundo que se comprenda como un todo comunitario, donde la desventura de unos es tragedia también para otros, logrará superar sus crisis.
El mundo es cada vez más pequeño, más interconectado, más comunicado. Renunciar a mis intereses personales en pos de un bien común no es mera caridad o acto de generosidad: es un asunto de supervivencia.
Nuestro individualismo nos pasará la cuenta. Abrirse y aprender del otro, renunciar a mis intereses mezquinos, reportará finalmente bienes.