Perdón, quiero hablar
La desazón ambiental producto de las movilizaciones...
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Padre Hugo Tagle
La desazón ambiental producto de las movilizaciones está llegando a niveles preocupantes. Pero no se trata de poner mano más dura. Todo indica que hay un malestar creciente que tiene su raíz en una estructura de representatividad frágil, que requiere de una revisión profunda.
Pero hay otro problema más profundo aún. Hay una falta de ejercicio democrático, a todo nivel y en todos los sectores. Somos un pueblo curioso. Nos parecemos a esas pichangas de barrio en que, cuando el dueño de la pelota va perdiendo, se pica y se la lleva para la casa.
No sabemos perder, pero tampoco sabemos ganar. Le ha pasado a las dos coaliciones políticas. Las descalificaciones por ambos lados son de un calibre que no se condice con un sistema democrático. Así como se gana legítimamente, se debe saber perder con dignidad. Y esto vale en todos los estamentos y decisiones. Democracia es saber negociar, aspirar a lo mejor posible, sabiendo que no se alcanzará todo lo que uno, legítimamente, quiere alcanzar. Incluso de una negociación puede brotar algo mejor que la suma de las partes.
El primer ejercicio será mejorar la forma en que nos entendemos. Y eso comienza en la casa, en el barrio, en la familia, en los colegios.
El discurso dictatorial de algunos representantes de estudiantes atemoriza. Quizá fueron elegidos democráticamente, pero pareciera que se olvidan de quienes los eligieron. De ahí que hay que el ejercicio democrático exige revisión constante.
Y la primera responsabilidad la tienen los representantes elegidos a través de los votos. Su forma de tratar resulta un referente para el resto.
Habrá también que incentivar la inscripción electoral. Una enorme masa de chilenos está y se siente fuera de la estructura democrática. Piensa, con justa razón, que su voto no tiene mayor efecto. Prefiere otros caminos para hacer valer su opinión. Poco democráticos, pero más efectivos. Y ese es el problema: resultan tristemente, más efectivos. Democracia no puede ser sinónimo de lentitud, burocracia. Se ha extendido un discurso peyorativo que horada su eficacia peligrosamente. Tanto la extrema izquierda como sectores duros de la derecha se expresan con desdén de ella. Finalmente terminan imponiendo sus estrechos y simplones conceptos.
La democracia es el camino de dignificación de la persona; dignifica a la sociedad y permite un desarrollo real y sustentable. Camino difícil, cansador y exigente. Pero el más humano y digno que conocemos. Cuidémoslo. Es tarea de todos.