Pelar bien el chancho
Nos alegramos del crecimiento nacional. Repercutirá positivamente en bien de todos, así lo afirman los entendidos...
Nos alegramos del crecimiento nacional. Repercutirá positivamente en bien de todos, así lo afirman los entendidos. Es innegable el mayor bienestar que se revela en cifras dadas a conocer en estos días. Se traducen en mejores calles, luces, atención en hospitales, educación, etc. Chile ha cambiado mucho y para mejor, nadie lo niega.
Eso sí, y como también lo sabemos, el desafío está en “pelar mejor el chancho” y distribuir más equitativamente esa mayor riqueza. Las soluciones no las tengo. Pero habrá que diseñarlas y pronto. Es el cuello de botella de un progreso que resulta mezquino para una parte de la población, que contempla estas cifras como si fueran de otro planeta. Su realidad es quizá digna, pero muy frágil: altos costos de educación superior -que ahora sí se podrían comenzar a remediar-, demasiadas deudas, expectativas frustradas.
¿Cómo abordar el mayor crecimiento, de manera que sea también justo? No basta apelar a la mayor generosidad de quienes tenemos más, me incluyo. Recordemos que quienes tienen más tienen una mayor responsabilidad ante el resto y ante el Creador. Lo dijo Benedicto XVI ahora en Madrid: “el hombre debe estar en el centro de la economía y la economía no debe medirse únicamente por la maximización de los beneficios, sino por el bien común”. Ganamos todos cuando crecemos al unísono, buscando equilibrios y ganancia compartida de la riqueza producida por todos.
Pero también el mayor crecimiento debe llevar, paradojalmente, a una vida más austera. El alto nivel de endeudamiento de muchas familias chilenas se explica por una mentalidad de obtención de bienestar “aquí, rápido y ahora” que finalmente solo provoca frustraciones, temores, desencantos y malestar. Urge una educación al justo consumo, responsable, realista y prudente. Muchos de los bienes suntuarios son solo eso: suntuarios prescindibles. Educar para vivir mejor es educar para vivir sencillamente. Y en todos los niveles. El exceso y ostentación de algunos es una cachetada a otros. De ahí que, quien tenga más, debe ser consciente que puede provocar resquemores comprensibles en un país en el cual aún son muchos los que llegan a duras penas a fin de mes.
Insto a seguir emprendiendo políticas públicas que creen más y mejor trabajo; más riqueza y mayor bienestar. Pero también a un consumo responsable, una vida sencilla, para hacer de Chile “una mesa para todos”.