¡Falta el burro!

Padre Hugo Tagle

ecuerdo de niño preparar el pesebre familiar, colocando las figuras según avanzaba el calendario. Toda una ceremonia.

Una Nochebuena, uno de mis hermanos notó la falta del burro. No se podía continuar celebrando sin esa vital figura. No es "una más".

Cada una cumple un papel, tiene una historia, un peso específico en el cósmico concierto navideño. Son de esos momentos de suspenso que quedan grabados en la retina infantil. Si tiene niños, buen lector, no le robe estas fantasías. José y María, la vaca, los pastores y ovejas son de las magias inolvidables de toda infancia. ¡Nos hacen tanta falta!

Llegaremos a fin de año agotados. Un año de antología. Muchos sentimientos encontrados en estos doce meses de incertidumbres, distancias y confinamientos. Hora de hacer una pausa y levantar la mirada o, más bien, dirigirla a la hondura del pesebre, a la sencillez y paz que regala esa escena llena de vida, misterio y esperanza.

Hay un antes y un después de Belén. A partir de ahí, el hombre se reconoce en su esencial dignidad; nos acercamos al Creador tanto como Él se acercó e hizo uno de nosotros. A un Dios que ya no será más el "distante y ajeno" sino uno en nosotros, especialmente en los más pobres y vulnerables, ancianos y enfermos, niños y jóvenes.

Es el Emanuel, Dios con nosotros. Un acontecimiento que se desborda y plasma la fisonomía del mundo entero. No nos equivoquemos: si hablamos de libertad, de igualdad, de derechos humanos como lo hacemos hoy, es gracias a la persona de Jesús. En Él, el hombre se entiende plenamente libre y se sitúa ante el otro no como un extraño, menos como enemigo, sino como hermano, amigo; remero libre en su barca, invitado a seguirlo, a dejarse acompañar por él.

El mundo cristiano, y todos invitados a sumarse, leerá nuevamente con asombro y vértigo en las iglesias, familias y medios sociales el anuncio del nacimiento de Jesús según san Lucas, uno de los pasajes más entrañables de la literatura universal: "Esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".

Viviremos una Nochebuena como se vivió en ese rincón del mundo. En la intimidad del hogar, seguro sólo entre familiares, con la sensación de alegría y fiesta, asombro e incertidumbre en una hora aún inestable de la humanidad. Que sea "Noche de paz, noche de amor". Que no se la roben. Gabriela Mistral nos invitaba a buscarlo. "¡Vamos a buscar dónde nació el Niño!: nació en todo el mundo, ciudades, caminos..."

Sí. Los temores desaparecen y se renueva la esperanza.