Era cosa de conversar
Escribo estas líneas antes del ya mítico encuentro del sábado en La Moneda. Prefiero ver la mitad llena del vaso...
Escribo estas líneas antes del ya mítico encuentro del sábado en La Moneda. Prefiero ver la mitad llena del vaso: al menos hemos sido capaces de dialogar. No es el escenario ideal, muchas presiones y prejuicios, pero se ha dado un gran paso, que es sentarse a conversar en torno a una mesa, y eso ya es un gran testimonio y ejemplo. Por ahí parte la renovación y mejoramiento de la educación.
Parto del supuesto que los distintos actores han ido con una buena disposición y ganas de encontrar soluciones a un problema que se alarga más de lo necesario, sobre todo donde hay visos de salidas. No se puede solucionar el complejo panorama educacional en un día ni en meses. Es irreal. Por lo mismo, lo mejor es fijar un calendario que apunte a dar soluciones integrales a mediano y largo plazo.
Pero hemos despertado. Nos damos cuenta que, sin educación de calidad para todos, no salimos del subdesarrollo.
Pero quiero sacar otras lecciones. Me refiero al malogrado trato ciudadano, el cual va de mal en peor. Es tarea de todos el fortalecer el respeto por las instituciones que nos hemos dado. Desde carabineros, hasta los tribunales de justicia, alcaldías, ministerios. Educar es eso: apreciar lo mejor del otro, respetarlo, dignificarlo, aprender de su experiencia y confiar en su palabra. Es así como hacemos y construimos democracia.
La democracia no son leyes en un papel. Es una forma de entender la convivencia que supone el respeto al ordenamiento jurídico que nos hemos dado todos y convivir dentro de él ¿No me gustan las leyes? Proponga otras, pero dentro del mismo marco que hemos construido. Ese marco asegura la dignidad de las personas y, sobre todo, de los más pobres, cuya única defensa es la ley que está sobre todos por igual.
Urge sí, un reordenamiento del mismo sistema en el cual nos movemos. Resulta claro que convivimos dentro de un marco de convivencia en el que no todos se sienten bien representados. Es tarea pendiente.
Así y todo, fortalecer la democracia pasa por asumir actitudes democráticas, de consideración del adversario no como enemigo, sino como legítimo parámetro de una sociedad civil.
La base de todo acuerdo es la apertura y buena disposición a encontrar puntos de convergencia que, en el caso de la educación, son muchos más que las diferencias.
El mejor servicio por ahora será acercar posiciones, aún a costa de renunciar a algo. Es el mejor testimonio de cara al país: ser y mostrarse conciliadores.