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Padre Hugo Tagle

Entre la copa y las clases

Por: Padre Hugo Tagle

Publicado: Lunes 4 de julio de 2011 a las 05:00 hrs.

Padre Hugo Tagle

Padre Hugo Tagle

El comienzo de la Copa América nos dará un pequeño respiro entre tantas manifestaciones. Se habla de descontento, malestar. Puede ser. Si existe (y lo hay sin duda, el punto es canalizarlo constructivamente), si existe, digo, la primera mirada es a una autocrítica, en qué medida cada cual ha contribuido a construir patria y no destruir; aportado positivamente o simplemente negado la sal y el agua. Y algo de esto ha existido al final de tantas marchas y manifestaciones.



Le echamos la culpa al empedrado, a las circunstancias, a “la falta de oportunidades”, al gobierno de turno. Nos estamos malacostumbrando a un asistencialismo que nos pasará la cuenta tarde o temprano. Triste decirlo pero si algo tienen claro las nuevas generaciones -y de todos los colores- es que tienen muchísimos derechos y un único deber: el exigirlos. Lección muy bien aprendida.

Pasaron las marchas y es hora de ponerse a trabajar. Para no caer en la cantinela de los alegatos ni sumarme a los profetas de desventura que hacen nata en estos días, quiero aplaudir la buena voluntad de quienes están dispuestos a sentarse a conversar y dar soluciones concretas al asunto de la educación que es el que ahora preocupa.

La intransigencia y demandas que van más allá de lo posible en el corto plazo hacen imposible un cambio responsable. Sólo a partir de un diálogo educado, responsable y maduro es como se lograrán mejoras en la educación. Estoy de acuerdo con muchas de las demandas de alumnos y académicos, pero creo que es imposible lograr todas las aspiraciones de los últimos años en un plazo tan breve. Éste es un campo de cambios graduales y progresivos.

Hemos construido con dificultad instancias de diálogo. Aprovechémoslas. Es un argumento flojo recurrir a los destrozos, a la negación de diálogo, a la política del menosprecio. Nos estamos farreando la democracia torpemente. Y esto quizá por exceso de bienes antes que por su escasez. De hecho, quienes más necesitan de nuestra ayuda y asistencia -alumnos en verdadero riesgo social, escuelas marginales- no están en los paros. Basta darse una vuelta por sectores de verdadera carencia y están todos, a duras penas, en clases.

Renovemos nuestra fe en las instituciones democráticas que nos hemos dado y alentemos a las nuevas generaciones a canalizar sus inquietudes a través de ellas. Eso es educar. Un sistema que hemos levantado con dificultades y por cierto, siempre perfeccionable. Por ahí comienza el cambio educacional. Y para terminar optimistas: ¡que Chile gane la copa América!

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