Diferentes ... pero iguales
Mejor decir: complementarios. Es lo que deduzco de una noticia aparecida hace unos días atrás anunciando que los grados de inequidad entre hombre y mujer en Chile, se acortan. En efecto, las diferencias de hasta hace algunos años en materia de empleo, educación, trato y responsabilidades familiares ¡se estrechan!
Mejor decir: complementarios. Es lo que deduzco de una noticia aparecida hace unos días atrás anunciando que los grados de inequidad entre hombre y mujer en Chile, se acortan. En efecto, las diferencias de hasta hace algunos años en materia de empleo, educación, trato y responsabilidades familiares ¡se estrechan!
Un país con mayores igualdades nos conviene a todos. Y una de las primeras a corregir es la desigualdad entre los sexos. Y hablamos de igualdad, no homogeneización ni formateo en moldes a escala y en serie sino, guardando las diferencias, permitiendo crecer a hombres y mujeres desde su originalidad.
Ya se nota el enorme valor y aporte que inyecta la mujer al mundo laboral desde su perspectiva y con su intuición y habilidades: orden, prolijidad, perseverancia, disciplina, dedicación, mayor inteligencia emocional. Algunas de las muchas características reconocidas en forma transversal al ver encuestas sobre su participación en el campo del trabajo.
Pero queda mucho por hacer. Se extraña aún a la mujer en roles directivos reales y no solo como premio de consuelo o para lograr una cierta paridad para la foto de rigor. El mundo político ha hecho avances, descubriéndose aquí y allá la presencia de la mujer en tareas gravitantes y no solo en las bases sino en las cúpulas de cada organización.
Como sea, no se trata de forzar igualdades para quedar bien con el mundo, sino de cambiar una mentalidad aún machista para abordar el tema. No se trata de graciosas concesiones sino de una convicción profunda de que, sin la mujer, este mundo no avanza y, de hacerlo, lo hará mal.
Y ese cambio de mentalidad comienza en la casa, en el vecindario, en la escuela. Comenzando por la distribución de tareas hogareñas hasta la forma en que abordamos la educación de los hijos, el uso de los dineros y del tiempo libre. Eso sí, entre los aspectos oscuros se encuentra el maltrato a la mujer. Cifras espantosas hablan de que se la sigue denigrando en muchos círculos, se la golpea e insulta sin sanción alguna. La denuncia a la violencia intrafamiliar algo ha logrado, pero no es suficiente.
Aún existen muchos comerciales claramente sexistas, donde la mujer es presentada como un objeto, cosa que poco contribuye a su dignificación. Pero quedémonos con lo positivo: si estamos creciendo en igualdad y dignificación de la mujer, vamos por buen camino. Quizá se deba avanzar más rápido. Sigamos haciendo las cosas bien.