De dolores y vida
Los días recién pasados fueron movidos...
- T+
- T-
Padre Hugo Tagle
Los días recién pasados fueron movidos. Desde temblor con cara de terremoto hasta el acuerdo de Aysén. Se confirma una antigua verdad: conversando, se entiende la gente. La recta final de este último drama sureño nos dio ejemplo de que se puede dialogar. Nos pudimos haber ahorrado un buen poco de dinero y tiempo pero, en fin, así somos y nada que hacer. Nadie dice que entenderse sea fácil. Los acuerdos suponen muchas veces renuncias, dilaciones, esperas. Pero finalmente el mejor acuerdo será el de una suma de voluntades. Gracias por el buen ejemplo.
Y la triste noticia fue el fallecimiento de Daniel Zamudio. Esperábamos una recuperación que no se dio. Queda rezar por él y su familia. Quiero agradecer las palabras de confianza, de fe, de su madre. Una lección de entereza y confianza en Dios. Pero que de este acto cobarde saquemos lecciones para que no se repita y crezcamos en humanidad.
El respeto al otro no es una concesión graciosa o de buena crianza: es un imperativo y una muestra de humanidad elemental. No se puede tolerar violencia contra nadie por su condición, sexo, raza o religión.
Esta convicción crece desde su dimensión trascendental; cuando el otro es un igual, un hermano, hijo de un mismo Creador. Nada más ajeno al espíritu cristiano que la descriminación e intolerancia. Justamente la esencial igualdad de todos los hombres y mujeres es la gran propuesta del mundo cristiano a la humanidad. Por lo mismo, fue en occidente, tierra cristiana, donde nació la declaración de los derechos del hombre, espejo laico de una mirada cristiana a la humanidad.
El crimen contra Daniel Zamudio nos debe llevar a educarnos en el mayor respeto a los otros y, segundo, a estar más vigilantes ante el mundo juvenil. Pienso en los autores de este terrible crimen. Tras ellos se deben esconder historias trágicas, de abandono, marginación, amargura. Sino, dificil entender tanta crueldad. Nada de eso lo justifica, pero sí explica tanta barbarie. Es de esperar una sentencia justa y la aplicación severa de la ley para el bien de ellos y de la sociedad, como lección para crecer en respeto mutuo.
Nos adentramos en la Semana Santa, semana mayor, donde millones de cristianos en el mundo entero celebran la muerte de Cristo, pensando ya en su Resurrección, fiesta de vida, alegría y esperanza. Un Dios hombre, que muere por la humanidad, nos renueva en la fe por lo humano. Hay esperanza siempre. El final no es un túnel oscuro, sino la luz de la Pascua. Que vivamos bien estos días santos. Que nos transformen. Que nos sorprendan renovados y reconciliados.