Columnista vecino
Leo una de las muchas entrevistas que ha dado mi columnista vecino...
Leo una de las muchas entrevistas que ha dado mi columnista vecino, Richard Branson, en estos días. Desde hace años compartimos página, cosa que a él lo debe tener muy orgulloso.
Pero la alegría es mutua. No creo que él lea mi columna. Se la pierde. Pero yo sí leo la suya de vez en cuando. En una de sus entrevistas, me llamaron la atención dos aspectos que parecieran estar en la base de su éxito. Lo primero, la importancia que le atribuye al trabajo en equipo. Al parecer, en sus empresas y proyectos, embarca a mucha gente, hace sentir a todos como campeones e imprescindibles. Cuando un jefe dignifica a quien tiene a su cargo, valora su trabajo, lo estimula, “otro gallo canta”.
El arte de conducir es apreciar la bondad e inteligencia del otro. Todos pueden dar mucho más de lo que creen. El punto es sacar lo mejor de cada cual. Y esa es la labor de quienes tienen a cargo personas: hacer que otros trabajen como si su trabajo fuese el más importante del mundo.
Los cementerios están llenos de jefes imprescindibles. No hay peor jefe que aquel que no sabe delegar. Y esto, muchas veces supondrá decepciones, fracasos, tropiezos. No importa. Será para cualquiera quizá su mejor lección.
También Branson subraya la creatividad en los negocios. El trabajo debe ser siempre “creativo”, en el sentido de buscar innovar, incluir, hacer crecer. Quien no avanza, retrocede. En esto apunto los dardos a los sectores profesionales jóvenes, donde esperaría mayor creatividad y espíritu de riesgo. Son demasiados los que salen de la Universidad “a buscar pega”, siendo que yo esperaría que la crearan. No hay nada más gratificante para un profesional que crear algo nuevo, innovar, dar trabajo, aunque sea poco.
Grandes empresas empezaron con pequeños pasos, muchos fracasos y desventuras. Como país debemos estimular el emprendimiento, el tesón y riesgo. El que no se tira al agua no cruza el río.
Lo bueno de este tiempo es que ha cambiado en algo esta mentalidad y ha surgido una pequeña generación innovadora y creativa. Donde no había nada, ahora hay trabajo, originalidad y nueva vida. Pero es poco. Nuestra dependencia de “trabajos hechos” es aún demasiado grande. Nos hace bien remezones como el de Richard Branson.
Y una última palabra de felicitaciones a los directores de colegios municipales y subvencionados que aumentaron su Simce. Buena parte de su éxito radica simplemente en mayor creatividad. No es más plata o sofisticada tecnología. Simple tesón y ganas. Gracias.