Benditos impuestos
Se enrareció el ambiente con esto de la discusión en torno al alza de impuestos...
Padre Hugo Tagle
Se enrareció el ambiente con esto de la discusión en torno al alza de impuestos. Reconozco humildemente que comparto parte de las aprensiones ante su alza. Espero que el tiempo muestre que mis recelos son errados y los frutos evidencien las bondades de los mayores tributos al Estado. Confío en que, quienes han hecho las propuestas, han buscado lo mejor para Chile.
Dos temores me invaden. El primero, que aumente el costo de vida. Si ya es pesado vivir para una gran mayoría de los chilenos, es de esperar que no lo sea más. El segundo temor es el desempleo. Si ya cuesta crear trabajo de calidad –pienso en el almacenero, el taller de la señora Juanita, el restorán de barrio- es de esperar que ahora ese ímpetu y facilidades no disminuyan. Si la reforma nos trae más y mejor trabajo, bendita sea. Si no es así, habrá que revisarla.
Construir sociedad no es fácil. Las discusiones en torno al alza de los impuestos nos han mostrado que el cuidado del lenguaje, el respeto e inclusión de las ideas del otro son importantes. Nadie sobra. Cada opinión debe ser considerada. En estas materias, no puede haber dogmatismos ni cerrazones que finalmente llevan a peor puerto.
Ahora bien, “los pobres no pueden esperar”, dijo Juan Pablo II cuando estuvo en Chile. La verdad es que siguen esperando. Y todos perdemos con esto de tener sectores de la sociedad que no se suban del todo al carro del progreso. La mayor integración de todos redundará en una mayor paz social y progreso ¡Qué triste poseer bienes y no poder disfrutarlos a cabalidad, por el rechazo y escándalo que provocan! Conviene a todos vencer definitivamente la pobreza extrema, la más preocupante, la que pone en peligro esa paz y convivencia social que queremos construir.
Es de esperar que los mayores recursos que obtendrá el Estado se ocupen bien; redunden en lo que se busca: mejor educación. A todos nos conviene un país de más oportunidades para todos y éstas pasan por la mayor calidad de la educación, especialmente en los primeros años de vida.
Se habla poco de la evasión. Quizá nos habríamos ahorrado buena parte de esta reforma si se cumpliera con la ley tal cual está. Creo que se abusó de su espíritu y finalmente su mal uso llevó, entre otras razones, a su cambio. Para un cristiano, la contribución a la comunidad -los impuestos- es un asunto de principios éticos innegociables. Éstos deben ser los primeros en responder a su cumplimiento. Ojalá que esta discusión traiga consigo un aumento en la conciencia social, de pertenencia a un buque donde nadie sobra. Por el bien de todos.