Si 2018 se presentaba auspicioso, este año nos enfrentaremos a un mundo agitado. La guerra comercial, disputas políticas en Europa y la normalización monetaria en Estados Unidos hicieron que la economía global perdiera sincronía a lo largo del año y se desacelerara en la última parte. Esto impactó los precios de los activos, con caídas significativas en las bolsas y en los precios de las materias primas sembrando cierto temor.
Para 2019 esperamos un escenario donde veremos avances y retrocesos en estos flancos, que se mantendrán como fuentes de incertidumbre. Por su parte, en EEUU la política fiscal será menos expansiva, lo que sumado a disputas internas y al propio conflicto comercial hará perder dinamismo a su economía. La preocupación por esta situación ha llevado a la propia Fed a modificar su discurso, introduciendo un tono más “dovish” para su política monetaria. Por otro lado, tanto China como Europa mermarán sus ritmos de expansión.
A nivel local, la economía retomó el crecimiento con un avance cercano al 4% en 2018, de la mano de un repunte en la inversión. En nuestro reciente informe anual Visión 2019 estimamos que esta variable se habría elevado en torno a 6,3%, una cifra importante, aunque menor a la observada en períodos previos de recuperación.
Hacia adelante, la consolidación de un mayor vigor dependerá de que el panorama externo no se deteriore significativamente, y que a nivel local los grandes proyectos de inversión se vayan materializando. Estimamos que la economía se expandirá en torno a 3,5%, impulsada precisamente por este factor. En el último catastro de la Corporación de Bienes de Capital se observó un salto muy importante en los gastos de capital programados para este año, lo que nos hace ser relativamente optimistas. Sin embargo, el panorama para esta variable es de cautela. Los nuevos proyectos ingresados a evaluación sufrieron una merma relevante, y los plazos para la aprobación siguen aumentando.
A pesar del mayor crecimiento, distintos indicadores muestran que el mercado laboral sigue rezagado respecto del ciclo y existen holguras en la economía, que se manifiestan en el ritmo acotado de los salarios, que a su vez mantendrán la inflación a raya. Esto, junto a los riesgos para el crecimiento de un mundo más turbulento, nos lleva a estimar que el proceso de retiro del estímulo monetario iniciado por el Banco Central en octubre procederá de manera muy gradual.
Chile está bien preparado para enfrentar los retos que plantea un escenario global complejo, aunque todavía hay tareas pendientes para lograr de manera sostenida un mayor crecimiento. No sólo se requiere que la inversión se recupere, también es necesario elevar la productividad y seguir expandiendo el capital humano. La semana pasada se conocieron las cifras de la Comisión Nacional de Productividad que reflejan un repunte después de varios años de estancamiento. Es sin duda una buena noticia, pero es algo que debe continuar en el tiempo. La modernización tributaria puede contribuir a dinamizar la inversión; sin embargo, es importante velar por la solvencia fiscal y así mantener el costo del financiamiento bajo. Otras iniciativas, como la modernización del Estado y la de relaciones laborales, también serán relevantes para la productividad.
En todas estas iniciativas, es clave avanzar mediante acuerdos amplios que las hagan sostenibles en el tiempo, de manera de ir cerrando fuentes de incertidumbre.