Más seguridad con más inteligencia
TOMÁS SÁNCHEZ V. Autor Public Inc., Investigador Asociado, Horizontal.
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TOMÁS SÁNCHEZ V.
Después del transversal espaldarazo político que ha recibido Carabineros, si queremos más seguridad, necesitamos de dejar de pensar en inversiones reflejadas en patrullas y pistolas.
Tenemos por delante un desafío complejo, pero como diría Eliezer Yudkowsky, “no hay problemas difíciles, sino que algunos los son para ciertos niveles de inteligencia”. Pues bien, necesitamos pensar en datos, digitalización e inteligencia. El futuro de Carabineros y la Policía de Investigaciones, por el bien de la seguridad de nuestro país y de sus uniformados, debe ser uno donde la información, conocimiento y tecnología están al centro de sus operaciones para ser más efectivos y eficientes al perseguir su misión.
Una transformación digital y un fortalecimiento del capital humano de las policías necesita plantear una estrategia que permita en muchos casos repensar cómo ejercen su labor.
“El futuro de Carabineros y la Policía de Investigaciones, por el bien de la seguridad de nuestro país, debe ser uno donde la información, conocimiento y tecnología están al centro de sus operaciones”.
Por otro lado, ir a la vanguardia implica abrir temas como el uso de Inteligencia Artificial. La Unión Europea en su Ley sobre Inteligencia Artificial (que está por promulgar) explícitamente prohíbe su uso en actividades policiales, salvo contadas excepciones. Por ejemplo, no permite el monitoreo con algoritmos, ni la predicción de potenciales delincuentes. Sin embargo, frente crímenes graves como terrorismo, tráfico de personas, y asesinatos, permite la identificación biométrica en tiempo real en lugares públicos. De hecho, este último caso de uso está entre los más discutidos en Estados Unidos o Reino Unido, tomando los debidos resguardos en cuanto a privacidad.
Lo anterior es un pequeño ejemplo, tanto de los desafíos éticos y técnicos al equiparar nuestras policías con las herramientas necesarias para prevenir y combatir criminales en el siglo XXI. Siendo concretos, la recolección de data con herramientas de última generación sería sustancialmente más efectiva y alcanzar magnitudes impensables con herramientas análogas. Esto habilitaría otro nivel de inteligencia estratégica, pero también en inteligencia situacional, donde data reciente y en tiempo real podría disminuir el riesgo en operaciones policiales.
Yendo un paso más allá, la capacidad de habilitar investigaciones más precisas y ágiles, junto con la posibilidad de colaborar con la fiscalía, podría hacer la diferencia al tener las pruebas necesarias para comprobar la participación de un sospechoso en un crimen, terminando por hacer el sistema judicial más justo.
Un sistema más inteligente podría comenzar desde monitoreos internos para prevenir la corrupción en instituciones públicas hasta nuevos sistemas de libertad vigilada que propicien mejor rehabilitación e integración, pasando por una supervisión de sospechosos y seguir la ruta del dinero. En fin, habilitar una nueva arquitectura tecnológica y de datos a través de diferentes instituciones, en combinación con mejoras institucionales como crear un registro de beneficiarios finales y fortalecer la Unidad de Análisis Financiero, por nombrar algunas.
Lo anterior puede sonar futurista, pero la verdad es que todo lo descrito es tan posible como difícil de implementar. Implica no solo adquirir tecnología, sino que también entrenamientos especializados y redefinir procesos. Sin embargo, para vivir en un país más seguro necesitamos un compromiso genuino.
Mejorar sustancialmente las capacidades de investigación y persecución criminal tocará los rincones de todos los colores. Por lo mismo, será un paso importante en construir una sociedad más segura, libre y justa.