Más allá de Chancay
Daniel Fernández K. Presidente de la Cámara Marítima y Portuaria de Chile
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Daniel Fernández K.
Diversas reacciones ha despertado en las últimas semanas la inauguración del puerto de Chancay, respecto de sus posibles efectos en el actual equilibrio entre oferta y demanda, la exportación de productos y el itinerario de naves.
Para efectos de dimensionar, Chancay proyecta un millón de contenedores anuales de capacidad de transferencia en su inicio y crecer a cuatro millones en cuatro años más. San Antonio y Valparaíso tienen una capacidad conjunta actual de 3,7 millones de contenedores.
“La capacidad portuaria chilena tiene holgura para atender la demanda de la próxima década, pero no hemos sido capaces de que los principales puertos operen con tasas de ocupación de 95% o más, como en la mayoría del mundo, y las deficiencias logísticas están a la vista”.
En el largo plazo, Perú busca posicionar a Chancay como un puerto hub de la costa Pacífico sudamericana, donde transborden grandes volúmenes de carga que llegarían a los puertos de destino mediante naves comparativamente menores. Ello podría suceder en la medida del crecimiento de los volúmenes regionales de comercio exterior y de las decisiones de las navieras respecto del tamaño de naves que emplearán y los itinerarios que definirán. Dado el tamaño de la economía regional y la demanda por movimiento de carga, no parece factible en el corto plazo la concentración de carga en grandes buques que promueve Chancay y que solo están disponibles en el mercado en pequeñas cantidades.
Respecto del potencial interés de inversionistas en nuestros puertos, es relevante que Chile instale en el mapa mundial los proyectos de infraestructura de ampliación paulatina de sus puertos. Estando visibles se recibirán mejores propuestas, más oferentes y menores tarifas. Chile adjudica las licitaciones de las inversiones en proyectos con criterios transparentes, objetivos y no discriminatorios, y esa práctica deber conservarse.
Más allá de la preocupación por los efectos de Chancay en la región, debemos enfocarnos en reducir nuestros costos logísticos. La capacidad portuaria chilena tiene holgura suficiente para atender la demanda para la próxima década, considerando que los volúmenes de carga permanecen estancados desde hace 10 años.
No hemos sido capaces -por condiciones de mar- que los principales puertos de Chile operen con tasas de ocupación de 95% o más, como ocurre en la mayor parte del mundo, y las deficiencias logísticas están a la vista. Se realizan dos turnos de camiones en lugar de tres (el nocturno dejó de operar por razones de seguridad), mientras que la red ferroviaria apenas moviliza entre el 5% y 10% de la carga a nivel nacional. El Logistic Performance Index (LPI) del Banco Mundial muestra que Chile cayó 27 puestos en cinco años, y el principal responsable de esta realidad es la componente de transporte terrestre. Nuestro costo logístico equivale en promedio al 18% del valor de los productos de importación y exportación, mientras que el promedio de la OCDE es del 8%.
Si una lección debemos sacar de la puesta en operación de Chancay es que Perú logró alinear políticas públicas y privadas para reducir sus costos de exportación y aumentar su competitividad. Chile, más que lamentarse mirando nostálgicamente a Chancay, debe poner énfasis en hacer más eficiente la cadena logística y acelerar los procesos de aprobación de proyectos. De este modo podremos ser más competitivos, captar nuevas inversiones y atender al rol clave del sector marítimo portuario en el desarrollo del país.