Desaceleración económica chilena, ¿a quién culpar?
Manuel Bengolea
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Manuel Bengolea
La economía chilena se está desacelerando más de lo previsto. La gran interrogante es cuánto más va durar esta desaceleración, y si podría transformarse en recesión, término execrable que hace mucho tiempo que no se escuchaba en Chile.
La desaceleración comenzó a mediados del 2013, justo cuando el entonces ministro de Hacienda, Felipe Larraín, dijera que el “festival de declaraciones” de personeros de la Nueva Mayoría comenzaba a provocar una caída en la inversión. El ministro Larraín acertó en su pronóstico pero se equivocó en su causa, pues el factor más importante en el origen de esta caída fue la desaceleración de China, o lo que muchos hoy llaman el fin del “súper ciclo de las materias primas”. Pero esta ralentización de la economía de China se revirtió a principios de este año, con lo cual adjudicar a ese país la causa de la desaceleración económica de Chile en el primer semestre, es erróneo. El ciclo económico externo mejora cada vez más, por lo tanto el motivo de la menor actividad de los últimos meses, incumbe a factores internos.
¿Cuáles serían esos factores? Creo que una parte sustancial de la desaceleración de este año tiene que ver con la discusión de la Reforma Tributaria (RT) que impactó seriamente la confianza empresarial, y algo la de los consumidores. La autoridad económica, en vez de reconocer que la discusión de la RT estaba provocando una crisis de expectativas, refrendada incluso por ex ministros de Hacienda de la Concertación, decide negarla, culpar a la derecha de iniciar una campaña del terror, e insistir que sólo el 1% más rico la pagaría. Esta actitud de indiferencia del ministro Arenas terminó por contraer las expectativas de los consumidores, y como éstos explican más del 60% de la economía, el impacto no demoró en visualizarse en las cifras de actividad. A pesar de que con la RT se alcanzó un acuerdo político, el ruido no ha cesado. La reforma educacional, que aún no se sabe cómo será, tiene a apoderados, sostenedores y ex ministros de Educación de la Concertación argumentando que la propuesta del Gobierno es inapropiada, y que ésta debería partir por asegurar mejoras en la calidad. Tampoco requiere de mucha sapiencia imaginar cómo impactarán las perspectivas ciudadanas, la anunciada reforma laboral y constitucional, donde personeros de la Nueva Mayoría han declarado que los derechos sociales, que muchos aún no terminan por definir, estarán por sobre los derechos de propiedad. En conclusión, las personas comunes y corrientes interpretamos que, hasta ahora, la autoridad le asignaría más valor a la ideología y a las consignas, y no entiende que denostar a empresarios y/o consumidores, o relegarlos a ser una variable residual de sus planes reformistas, genera aún más incertidumbre. ¿Cuál es la reacción lógica a lo anterior? ¡Hasta que no haya claridad no invierto, consumo sólo lo esencial y compro dólares por si acaso! Si el Imacec de junio dejó mal sabor, entonces el de julio sería repulsivo, ya que es muy probable que presente su primera contracción. Por suerte, tanto la presidenta Bachelet como algunos personeros de la Nueva Mayoría, poseen el sentido común para entender cómo funciona la economía, y se dan cuenta que hasta el más ingenioso y brillante de los planes políticos es inviable si éste deteriora la actividad más allá de lo razonable. Es de esperar que actúen diligentemente, porque de lo contrario es probable que la economía chilena entre en una mini recesión, que sería la primera contracción auto infligida en varias décadas.