Le saco la sal
Clemente Pérez Abogado, Máster en Políticas Públicas
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Clemente Pérez
La frase del título alude a un famoso comercial de televisión, que muestra a un marido echarle descuidadamente sal a la sopa. Su señora, que le había preparado la comida, se siente profundamente incomprendida (estaba en un mal momento del mes) y se pone a llorar desconsoladamente. El marido, consternado, le dice: “Ah, tú dices por la sal… ¡le saco la sal!”.
Desgraciadamente, tanto para ese marido como para nuestro país, no es tan fácil sacar la sal. Chile es de los países con mayor estrés hídrico del mundo, de acuerdo con el World Resources Institute. Los reportajes de pueblos sin agua para tomar ocupan los noticiarios.
“Tenemos más de 6.000 kilómetros de costa y una gran industria de energía renovable, pero la desalinización no cuenta ni siquiera con una hoja de ruta”.
Debiera haber una gran presión a favor de la desalación. Sin embargo, no es así. Más aun, nuestro país tiene más de 6.000 kilómetros de costa y una gran industria de energía renovable entregando energía barata. Todo ello debiera convertirnos en una potencia mundial de la desalación.
De partida, cuesta mucho desarrollar proyectos de desalación. ¡Obtener permisos tarda casi 12 años! Todo un récord, según la Comisión Nacional para la Productividad. Es decir, en vez de apoyar el desarrollo de este tipo de proyectos, les ponemos obstáculos. Tampoco existe un título de ocupación de suelo que facilite implementar los largos ductos de distribución del agua producida.
Pero lo más grave es que no existe una institucionalidad pública que apoye este tipo de iniciativas. No hay un ministerio que defienda los proyectos de desalinización en las comisiones de evaluación ambiental. No está en las metas de ningún ministerio aumentar los metros cúbicos de agua desalada al año. Las desaladoras son proyectos huérfanos. Eso podría cambiar con la reciente ley N° 21.639 que faculta al MOP a desarrollar este tipo de infraestructura.
Aun así, seguirá faltando un modelo de asociación público-privada que permita potenciar esta industria. Los proyectos desarrollados por mineras y sanitarias no pueden diversificar sus fuentes de ingreso. Por eso, se requiere un modelo que permita potenciar proyectos multipropósito, iniciativas a las que les ha costado mucho avanzar.
Más aun, no existe una planificación de este tipo de infraestructura. Ni tampoco tenemos todavía una estrategia nacional de desalinización. A diferencia de otras industrias de la transición energética -como la de las energías renovables, el hidrógeno verde o la electromovilidad-, la desalinización no cuenta ni siquiera con una hoja de ruta. Y el proyecto de ley de desalinización que resuelve varios de los problemas mencionados, no ha recibido ninguna urgencia de parte del Ejecutivo.
Hay avances, por cierto. Actualmente hay 28 plantas desalinizadoras en operación y otras 15 en fase de proyecto. En Caldera se construyó, con recursos públicos, una planta premiada a nivel mundial. Hoy se celebra el Congreso de Acades 2024, la asociación gremial que promueve la desalinización en Chile, y que reúne a empresas, expertos y a las autoridades. Es de esperar que haya anuncios y buenas noticias, pues todavía como país estamos al debe en materia de desalinización, en consideración a nuestras urgencias y a las oportunidades disponibles.