Macarena Carvallo
La reforma tributaria se ha tomado la agenda política y esto es bueno que suceda. Un cambio de esta envergadura necesita de una discusión importante, que traiga como consecuencia conclusiones positivas para el futuro del país.
La propuesta planteada por el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, busca disminuir la desigualdad tan profundamente arraigada en nuestro país. Sin embargo, bajo la mesa ha quedado un elemento trascendental si el objetivo es lograr una distribución de la riqueza más equitativa como es, por ejemplo, utilizar los instrumentos que provee la seguridad social.
Según el Centro de Política Tributaria de la OCDE, la reducción de la desigualdad en los países que integran dicha organización, se consigue principalmente a través de beneficios que pagan los programas de la seguridad social y, en menor medida, por la recaudación de impuestos. Entonces, por qué no discutimos -además- sobre opciones que entreguen beneficios directos a quienes más los necesitan, aprovechando para ello aquellos beneficios no contributivos y, adicionalmente, los espacios que nuestro país tiene para aproximarse a las tasas medias que los países de la OCDE destinan a financiar sus sistemas previsionales.
En algún momento de nuestra historia, dejamos de mirar a Europa como un referente histórico, pero su experiencia debiera servirnos para diseñar soluciones que efectivamente apunten a generar mayor equidad, sin poner en riesgo los logros de un sistema económico que ha permitido alcanzar mejoras importantes en cuanto a tasas de crecimiento y capacidad de expansión. El tan ansiado desarrollo sólo lo alcanzaremos cuando entendamos que el camino no tiene una sola vía.
El país debe hacer un nuevo pacto social para construir el Chile que queremos. Tenemos que debatir qué debiera recibir la ciudadanía del Estado y, por supuesto, que está dispuesta a hacer ésta por él. La vieja discusión de los derechos y deberes se hace cada vez más urgente de definir para impulsar una agenda social sólida, mirando al Chile de los próximos 50 años con sus nuevos paradigmas, integrador de todos.
La reforma previsional podría entregar, incluso, mayores beneficios que la reforma tributaria. Además, enfrentaría una mejor disposición del sector empresarial si se conociera con antelación los beneficios a los que sus trabajadores podrían acceder en función de este pacto.