La guerra comercial entre optimistas y escépticos
Martín González Solar Abogado LLM, Socio Director GS&Co.
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Martín González Solar
Las negociaciones continúan y hay optimismo respecto a los acercamientos que han tenido en los temas más controvertidos, como la política estatal agresiva de China de inyectar enormes recursos financieros para impulsar a sus empresas locales, y la queja de Estados Unidos de que en China se obliga a las empresas norteamericanas a transferir tecnología como requisito para hacer negocios en el país.
Sin duda, esta guerra ha producido un dolor para ambas potencias. China ha estado tratando de revertir la desaceleración de su economía, cuyo PIB cayó a 6,6% el año pasado, el más bajo en casi tres décadas. Para EEUU no ha sido tampoco del todo feliz. Un estudio de los economistas Mary Amiti, del Banco de Reserva Federal de Nueva York, Stephen J. Redding, de la Universidad de Princeton, y David Weinstein de la Universidad de Columbia, muestra que se ha transferido totalmente a los consumidores e importadores estadounidenses el alza tarifaria, quienes han tenido que pagar precios más altos por los productos importados, reduciendo los ingresos en casi $7 mil millones de dólares.
Por estas razones, de existir un acuerdo entre Washington y Beijing, sería una gran victoria tanto para Xi Jinping como para Donald Trump. Sin embargo, en palabras de este último, el objetivo no es llegar solo a un entendimiento, sino que a un “Gran Acuerdo”. Esta pretensión es compleja de alcanzar, y hay escepticismo, principalmente por la ambigüedad estratégica que China ha adoptado frente a la demanda que se le hace de cambiar su forma de hacer negocios. No debemos olvidar que son prácticas arraigadas por años en el ecosistema público-privado chino, y que no se solucionan con una modificación a la Ley de Inversión Extranjera.
En esta línea de pensamiento, el Representante de Comercio de EEUU, Robert Lighthizer, ha dicho que el conflicto no se agota en una negociación, sino que es un proceso que necesitará cambios estructurales.
En este contexto, el encuentro APEC Chile 2019, recogiendo declaraciones del Presidente Sebastián Piñera, personeros de gobierno y entidades gremiales, es una gran oportunidad para contribuir a estabilizar la tensión comercial, promoviendo convergencias regulatorias, el libre comercio, la oposición a toda forma de proteccionismo y de competencia desleal.
Ahora, tomando como antecedente lo ocurrido en la APEC Papúa Nueva Guinea 2018, donde por diferencias entre ambas potencias no se logró un acuerdo entre las 21 economías miembros, esta vez se requerirá gran habilidad de los anfitriones locales para liderar un debate que apunte hacia un comercio sin fronteras, sin tarifas y sin guerra comercial, que incube ideas para balancear la codependencia entre China y Estados Unidos, y que finalmente logre generar acuerdos entre todas las economías miembros.