La estrategia pro cripto de Trump
María Pía Aqueveque Directora de empresas, experta internacional en activos digitales
- T+
- T-
María Pía Aqueveque
Esta es la elección presidencial de Estados Unidos que mayor entusiasmo ha suscitado en el mundo cripto. No solo por recibir donaciones en cripto y o sus mensajes libertarios, sino además por el sentido estratégico a nivel económico, político y geopolítico que ello significa. A pocos días que Donald Trump participara en la Conferencia Bitcoin en Nashville, sus anuncios podrían catalogarse como game-changer del sistema financiero y monetario como lo conocemos.
Lo cierto es que “persecución” cripto por parte de la Security Exchange Commission (SEC) ha ralentizado no solo la innovación financiera por parte de startups en Estados Unidos, sino también de empresas de gran tamaño que han limitado la adopción de la tecnología de libro mayor distribuido. Esta pérdida de competitividad en innovación financiera no tiene solo consecuencias en la fuga de talento y capitales hacia a geografías más “crypto-friendly”. Además, desde un punto de vista geopolítico Estados Unidos también se ha debilitado respecto a China y Rusia en el dominio de la “minería” o infraestructura de validación de la economía de los activos digitales. Este tipo de soportes son claves, así como hoy lo son la producción local de los semiconductores y de la infraestructura de data centers, para la economía digital en que desenvolvemos diariamente nuestra actividades.
El candidato republicano, “como era esperable, realizó anuncios para promover la minería de bitcoin en Estados Unidos con energías renovables, así como cambiar el liderazgo de la SEC e impulsar una regulación pro cripto”.
¿Qué propone Trump? Como era esperable, realizó anuncios para promover la minería de bitcoin en Estados Unidos con energías renovables, así como cambiar el liderazgo de la SEC y una regulación pro cripto.
“Si no puedes contra ellos, úneteles”. Bitcoin, no solo es la criptodivisa con mayor capitalización de mercado, sino también el noveno mayor activo del mundo. En contraste con un dólar que se debilita por su espiral de deuda, efecto inflacionario y pérdida de confianza, tal cual le sucedió al denario del Imperio Romano. Por ello, la propuesta de reserva estratégica de bitcoin, sumado a la promoción de stablecoins, respaldados en el dólar, con reservas en “oro digital” podría retrasar la pérdida de la hegemonía del sistema monetario del “Imperio Americano”.
Si bien es cierto que hoy nos cuesta pensar que una moneda privada sea considerada un sistema monetario relevante, también lo es que en más de una ocasión en la historia de la innovación monetaria esto ha sucedido. En Oriente, los jaotzí eran pagarés privados que luego dieron origen al papel moneda emitido por el emperador chino. O, como en Occidente, monedas complementarias como el fiorino d’oro de la República de Firenze dominaron durante el Renacimiento.
Si estos anuncios ya afectarán la efectividad de la política monetaria de la Fed, el apoyo de Trump a la autocustodia promueve una real propiedad sobre los activos. Esto pondrá en jaque mate a la banca privada y forzará a nuevos modelo de negocio, por ejemplo, teniendo que compartir ganancias de los intereses producto de préstamos, con los propietarios de los activos.
Como dice el proverbio chino: “Cuando soplan tiempos de cambio, algunos construyen muros, otros molinos”. Y Trump parece haber comprendido que en materia financiera y monetaria es momento de construir molinos.