La economía chilena sigue decepcionando.
El primer semestre del año la actividad económica alcanzó un crecimiento anual de sólo 2,2%, al tiempo que la demanda interna se contrajo 0,5% y la inversión cayó casi 7%. Mientras en 2013 el consumo privado crecía a una tasa anual de 5,6%, el primer semestre de 2014 este ritmo cayó a la mitad. Medidos en el margen (esto es, trimestre contra trimestre anualizado) los últimos datos son aun más débiles. Por ejemplo, el Imacec está prácticamente en cero, al igual que algunos indicadores parciales de consumo privado (ventas minoristas), mientras que la inversión, de acuerdo con lo que indican las importaciones de bienes de capital, se podría estar contrayendo nuevamente.
Dos fuertes shocks son la causa de este débil desempeño. Uno deflacionario global caracterizado por el fin del ciclo de inversión minera, precios de commodities más bajos y menor liquidez internacional y uno local de incertidumbre generado por el gran número de reformas propuestas por el ejecutivo.
¿Qué tan persistentes serían estos? El consenso de mercado espera un crecimiento en torno a 2% para este año y una mejora substancial hacia 3,5% para 2015. Esta recuperación al parecer se sustentaría en 4 pilares: un crecimiento global más elevado (3,6% en 2015 vs 3,1% este año), una política monetaria local más expansiva, un incremento en el gasto fiscal y una disminución de la incertidumbre de política producida por la reforma tributaria.
Desafortunadamente, estos pilares serían más débiles de lo que parecen. Primero, si bien la economía global debiese tener un mayor dinamismo hacia el próximo año, las mejoras vendrían por el lado de los países desarrollados, especialmente Estados Unidos (3% vs 2%), mientras que China tendría una expansión algo menor a la de este año (7% vs 7,5%). La composición del crecimiento global no será tan favorable para Chile.
Segundo, la mayor expansividad de la política monetaria se ve reflejada en tasas de interés más bajas a distintas duraciones. Sin embargo, como reporta la encuesta de créditos bancarios del BCCh, las condiciones crediticias se mantienen restrictivas tanto por el lado de la demanda como de la oferta.
Tercero, el gasto fiscal podría aumentar en torno a 8% el próximo año. Sin embargo, esta alza del gasto viene acompañada por un aumento a los impuestos corporativos, lo que podría disminuir el impacto neto sobre la demanda.
Finalmente, si bien el acuerdo tributario alcanzado es positivo, aún quedan una serie de reformas complicadas hacia adelante (educacional, constitucional, laboral y de pensiones) que hacen difícil ver una caída substancial en los niveles de incertidumbre. Estos puntos nos llevan a esperar un crecimiento local también decepcionante en 2015, donde la economía se expandiría entre 2% y 3%.
El año 2014 está en gran parte jugado y 2015 se ve complicado. El Banco Central continuará bajando la TPM hasta 2,75% o menos. Esto ayuda, pero lo que la economía hoy más necesita para evitar un ciclo largo de crecimiento bajo es un shock positivo a las expectativas.