La Haya y la agenda de futuro
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Juan Emilio Cheyre
Pasaron las dos semanas de alegatos ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya en relación a la demanda peruana que cuestiona la existencia de un límite entre ese país y el nuestro. Pocas veces el tema internacional había concitado tanto interés entre gente muy diversa y nunca los medios de comunicación en Chile cubrieron con tanto profesionalismo una actividad de este tipo de contenidos. Ahora es el tiempo de los jueces. El silencio, la reserva y el hermetismo de los procedimientos de la Corte serán la tónica hasta que conozcamos su fallo.
Pienso que aventurar resultados y escenarios es improcedente e imposible sin caer en especulaciones carentes de sustento. Lo que debe reconocerse, ya que sin duda incidirá en el fallo, es que Chile tiene un muy buen caso con sólidos fundamentos jurídicos y pruebas de ejercicio largo y pleno de nuestra soberanía. Adicionalmente, la defensa chilena fue categórica, documentada y muy bien estructurada. Esto evidenció un impecable trabajo de equipos liderados, durante esta fase, por el canciller Alfredo Moreno, con amplia participación de distintos actores y en el cual el presidente Piñera buscó y contó con el apoyo de todos los sectores. Todo lo anterior pone a Chile en una posición privilegiada por su coherencia en la visión de Estado con que asume un tema de estas características.
Ahora es el tiempo de esperar el fallo. Por nuestra parte podemos hacerlo con la confianza en los fundamentos que avalan nuestra posición y la seguridad que da un trabajo tan bien hecho para defender los derechos de Chile. Sin embargo, creo que hay una tarea a la que deberíamos avocarnos chilenos y peruanos. Ella depende de nosotros y no de los jueces. Se trata de ir sentando las bases y contenidos de una agenda de futuro entre Chile y Perú. Y en esto, el sector privado tiene mucho que decir y aportar.
Algunos podrían pensar que resulta prematuro sentar las bases de una Agenda de Futuro y que se debería esperar el fallo para hacerlo. Pienso que eso no es así. Por el contrario, antes de esa fecha ya pueden adelantarse aspectos que determinen la relación que aspiramos construir.
En ese sentido, una Agenda de Futuro supone definir acciones, a través de una amplia participación, que se orienten a consolidar vínculos para transformarnos en socios verdaderos, no solamente en el ámbito comercial y financiero sino que en un amplio espectro de actividades y campos. Y en ese escenario encontramos temas tan relevantes como la relación transfronteriza Tacna-Arica, la complementación y consensos en temas pesqueros, acuerdos que fortalezcan los vínculos en el ámbito de la minería, el potenciamiento de programas agrícolas y, por cierto, la identificación de posibles acuerdos energéticos. Pero, tambien deberían formar parte de esa Agenda las interacciones culturales y académicas, aportando una mirada para la enseñanza de una historia que, sin renunciar a la visión propia de cada país, se cuide de contenidos tendenciosos que nada aportan.
Avanzar en una Agenda de esas características, sin duda, abre espacios para consolidar y fortalecer una relación a la cual llama entre otros el novedoso y desafiante Acuerdo del Pacífico, en el cual Perú y Chile son socios activos. Sin embargo, creo que también ayuda a promover un clima favorable a la mejor comprensión del fallo.
En ese sentido, visualizar y cuantificar los aspectos positivos de una relación de esa naturaleza ayudará a comprender que el dictamen de los jueces podrá afectar a uno o a otro país, pero que más allá de ello abre espacios que nos harán ganar a todos si logramos cerrar las diferencias y superar las desconfianzas. Ello exige comprometerse, como parte de la Agenda, a cerrar la seguidilla de reclamaciones que nos han impedido caminar por la senda de una relación plena.
Es tiempo de que todos -y en forma muy especial los empresarios- se comprometan en la construcción de esta Agenda de Futuro.