Jorge Quiroz

En nombre de la igualdad

Por: Jorge Quiroz | Publicado: Viernes 19 de diciembre de 2014 a las 05:00 hrs.
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"¡Oh libertad! ¡Cuántos crímenes se cometen en tu nombre!" - habría dicho "Madam Roland" cuando la llevaban camino a la guillotina. Y no era para menos, si le iban a cortar la cabeza. La señora de marras, si bien había sido señalada partidaria de la Revolución Francesa en sus inicios, resultó ser no menos crítica de sus excesos en sus postrimerías, motivo más que suficiente para que haya sido ejecutada.

Las trágicas vicisitudes de la Madam no son sino un espejo de lo ocurrido con la propia Revolución; inicialmente, un movimiento algo idealista con ribetes de epopeya que a corto andar mutó en tragedia -- el terror y la anarquía -- para finalmente terminar con pasos de comedia, con Napoleón coronándose "emperador".

Si la Revolución Francesa es el ejemplo paradigmático de las muchas barbaridades que pueden cometerse en nombre de la libertad, los "socialismos reales" (no conocemos otros) ilustran los atropellos de todo tipo que se han cometido en nombre de la igualdad. El abanico de maldad es casi infinito e incluye desde internar en recintos psiquiátricos a los opositores, hasta el genocidio de clases sociales completas, pasando por "genocidios accidentales" - millones de muertos - como los que experimentó la ex-Unión Soviética y la República Popular China a consecuencia de las hambrunas que trajo consigo una ingeniería social que se propuso abolir la propiedad privada en el sector agrícola. Cuesta creer que aún al día de hoy, persistan personas, aparentemente de inteligencia normal, que profesan la ideología comunista y lo proclamen sin tapujos, hasta con orgullo (¿de qué?).

En países como el nuestro, las cosas que se han comenzado a hacer - y proponer - en nombre de la igualdad, si bien no son comparables con las tragedias de los socialismos reales, comparten con dichas experiencias algunos aspectos que debieran ser motivo de preocupación. Ya no se hacen maldades, pero sí estupideces. Y como dijo Voltaire, el problema con la estupidez es que se trata de una enfermedad que no afecta a quien la padece, pero sí a quienes le rodean. Para comenzar, hay una suerte de estupidez ideológica, propia del totalitarismo: hoy por hoy, ningún político que se precie de tal, sea de izquierda o derecha, pierde oportunidad para justificar que tal o cual medida, por inadecuada que luzca, debe sin embargo hacerse en nombre de la igualdad (también se usa la palabra "inclusión"). Basta con que se invoque tan excelso motivo para que cualquier crítica sea vista con sospecha y los opositores tildados de representar oscuros y mezquinos intereses.

Así, con la loable motivación de recaudar recursos para una educación de calidad e igualitaria, se ha terminado frenando a la economía, en circunstancias que cifras recientes muestran que en los cuatro años anteriores, el crecimiento económico parece haber sido el principal responsable de un acortamiento de la brecha entre ricos y pobres, como no se había observado hace en mucho tiempo. Del mismo modo, en nombre de la igualdad hoy discute el Congreso un proyecto de ley que parte erosionando por los cuatro costados la alternativa preferida de la clase media emergente para la educación de sus hijos: el sistema particular subvencionado. En nombre de la igualdad también hay quienes han propuesto incluso que los liceos de excelencia, con reputada trayectoria en cuanto a instrumento de movilidad social, no puedan tomar pruebas de admisión. Asimismo, en nombre de la igualdad, vendría prontamente una reforma laboral, que hasta el propio Ministro de Hacienda parece encontrarla temeraria, como que ha propuesto que sea "gradual".

Para máxima sorpresa de los promotores de la igualdad, sin embargo, conforme avanza esta suerte de completa reingeniería social del sistema económico chileno, la popularidad del gobierno, lejos de subir, cae en picada. Acaso ello revele que ya emergen, por aquí y por allá, miles de "Madam Roland" criollas, que comienzan a exclamar: "¡Oh Igualdad! ¡Cuántas estupideces se hacen en tu nombre!"

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