Habemus gabinete
Jorge Navarrete P. Abogado
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Jorge Navarrete
Y finalmente conocimos el gabinete del próximo Gobierno. Corrían muchas apuestas y especulaciones. Varias de estas promovidas por los propios titulares, quienes ponían figuras e intentaban sacar a otros, en un juego político y comunicacional que se hace previsible y algo bochornoso. Con todo, el Presidente electo cumplió su itinerario sin grandes sobresaltos, en lo que fue corolario de un período sin errores después de haber ganado la elección.
En todo gobierno hay dos cargos de suma importancia: quien tiene el control político y habla en nombre del Presidente, el Ministerio del Interior; y quien tiene el poder económico y maneja la billetera fiscal, el Ministerio de Hacienda. Se trata, además, de dos alrededores muy caros para la izquierda, especialmente para esta izquierda, cuya vocación por la seguridad pública y el crecimiento económico ha sido ambigua ya ratos contradictoria, transformándose en un motivo de ansiedades y preocupaciones.
Para el caso de Hacienda, se hizo una apuesta segura, Mario Marcel, quien no sólo es un gran economista y con una vasta experiencia pública, sino también quizás una de las personas que mejor conoce el Estado de Chile. Su nombramiento calmó la ansiedad de muchos -especialmente del sector privado, las empresas y los principales agentes del mercado-, pero también da una señal de control sobre un aparato público que debe mejorar significativamente su desempeño, y muy especialmente en el contexto del ingreso de una nueva generación de políticos y funcionarios sin mucha experiencia en el Estado.
En el Ministerio del Interior la apuesta fue más audaz. La doctora Izkia Siches ha mostrado un gran talento político y mucha empatía ciudadana; pero, a primera vista, no parecía que dicha cartera fuera la más adecuada para desplegar sus cualidades. Los problemas de seguridad pública se multiplican, por no decir que se han descontrolado, en un escenario que requerirá mucha convicción para tomar decisiones a ratos impopulares. Sin embargo, y como ella misma ha afirmado, hay una vocación por cambiar el sentido y los instrumentos que tradicionalmente han dominado este tema, privilegiando la gran popularidad con la que llegan al gobierno; en una puesta, insisto, que pudiera ser tan interesante como peligrosa a la vez.
Lo evidente es que el círculo de hierro en la Moneda queda circunscrito a una generación que viene haciendo política desde hace mucho tiempo, en la cual se comparten grandes amistades y lealtades en el marco de biografías comunes; en la que no sólo destaca el componente generacional, también una manera de interpretar la política no al servicio de cambiar la sociedad, sino más bien de ser un reflejo de la misma, contribuyendo a recuperar la legitimidad que esta actividad extravió hace ya varios años.
En lo demás, fue un ejercicio interesante donde se lograron armonizar variables que parecían muy difíciles: alta presencia femenina, rostros que no provienen de la política tradicional, ampliar las fronteras de la coalición, y una diversidad que refleja mejor al país de lo que han sido los gabinetes anteriores. Y ahora no sólo resta nombrar las subsecretarías, sino unos 2.500 cargos que son centrales en la administración pública.
Por lo mismo, y como decía Oscar Wilde, no hay una segunda oportunidad para dejar una primera impresión. Y aunque esta primera imagen fue buena, está lejos de ser suficiente. Lo que viene en los próximos meses será en extremo complejo, tanto en lo político, como económico y social; y, como tantas veces hemos escuchado, otra cosa será con guitarra.