Chile en pandemia, momento crítico
Jorge Navarrete, abogado
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Jorge Navarrete
El sábado las autoridades de salud daban cuenta de más de 7 mil contagios diarios por Covid, la cifra más alta desde que enfrentamos esta maldita pandemia. Crece abruptamente también la cantidad de compatriotas muertos y estamos al borde de que colapse la infraestructura crítica de nuestro sistema público y privado de salud.
Como contraste, enfrentamos uno de los procesos de vacunación más exitosos en el mundo, constituyendo un ejemplo para muchas naciones que -contando con más recursos, logística y siglos de capital social- ven en Chile un ejemplo a seguir; especialmente en lo que se refiere a la colaboración público-privada, la organización de la red local, y un proceso que fue debidamente anticipado y coordinado.
¿Qué salió mal, entonces?
Estamos pagando un exceso de confianza, la que se sustentó en la temprana e ingenua idea de que ya habíamos pasado lo peor de la pandemia. Se equivocó el Gobierno al soltar la mano y relajar las medidas de protección, permitiendo un flujo de millones de personas para la época estival, lo que hoy innegablemente nos está pasando la cuenta. Se equivocó la población, al suponer que la llegada de la vacuna habilitaba para hacer nuevamente una "vida normal", poniendo en serio riesgo su salud y la de su entorno. Pero el mayor error pudiéramos estarlo cometiendo todos ahora, y es seguir poniendo nuestra esperanza en que el proceso de vacunación rendirá frutos antes de que se hagan más dramáticas las nefastas consecuencias del aumento de los contagios.
Me imagino que por estos días los debates y discusiones al interior del Gobierno no han de ser fáciles. Parar definitivamente el país para frenar la expansión de la pandemia no sólo tendría nefastas consecuencias económicas, sino también sociales y políticas. Pero dichas externalidades, por más brutales que a ratos resulten, tampoco nos pueden paralizar frente a un grave escenario respecto del cual hay que tomar decisiones ahora.
Entonces, si hemos de equilibrar de la mejor forma todas las variables, se requiere más convicción y disciplina, tanto de la autoridad como de los ciudadanos, la que, de no ser muy contundente o inexistente, debe imponerse de manera efectiva por la fuerza. En efecto, y estando muy consciente de los problemas para resguardar e imponer el orden público, me parece que donde sí todavía queda un acervo de legitimidad para echar mano. es justamente en los temas de salud y en la protección de las personas.
Sostengo que transitar por "el camino del medio" no debiera ser sinónimo de amplitud, relajo, ausencia de reglas, fiscalización o sanciones. Por el contrario, la única manera de hacer efectiva esta opción intermedia, es justamente sobre la base de un nivel de disciplina que hace mucho tiempo extraviamos, en varios ámbitos, pero que creo en éste todavía lo podemos recuperar a tiempo.
En concreto, me gustaría escuchar de la autoridad que, primero, se adelanta el toque de queda a lo largo de todo el país para las 19:00 horas, cuyo incumplimiento -más allá de la sanciones pecuniarias posteriores- signifique la detención de los infractores, y que el control sea efectuado por funcionarios policiales y militares. Segundo, limitar los permisos generales a una vez por semana, manteniendo los demás, y fiscalizando con un inédito despliegue de la policía, que se concentre en los lugares de mayor circulación. Tercero, y sin perjuicio de donde ya existe cuarentena, llevar a Fase 2 a todo el resto del país.
En definitiva, pocas reglas, pero que se cumplan de manera estricta.