Regalones del impuesto a los combustibles
Jorge Hermann Director Hermann Consultores
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Jorge Hermann
“Regalones” fue el epíteto más suave que recibieron los camioneros por los automovilistas al saber que no sólo el impuesto específico del diésel es más bajo en relación a la gasolina, sino que también ellos reciben un reintegro de este impuesto de hasta un 80% del monto, según las ventas.
La defensa de los camioneros es que los regalones son aquellos que no pagan el impuesto a los combustibles en fuentes móviles como aviones, barcos y trenes; y en fuentes fijas como calderas del sector industrial y minero, principalmente.
Más allá de quién es el regalón, el tema de fondo es que este impuesto se ha desvirtuado demasiado. En su origen, se justificó para financiar la reconstrucción de caminos tras el terremoto de 1985, cobrándose a los vehículos. Tiempo después, en pleno auge de las autopistas concesionadas, los camioneros y autobuseros reclamaron porque existía un doble cobro por transitar en las carreteras (impuesto más peaje). Frente a lo cual, el gobierno del Presidente Lagos en octubre del 2001 les otorgó un reintegro del 25% del valor del impuesto pagado a los camioneros y del 35% del peaje pagado a los autobuseros.
Igualmente, en un contexto de precio del petróleo en US$ 140, con un paro de camioneros de por medio, el primer gobierno de la Presidenta Bachelet aumentó en junio del 2008 el reintegro a un 80% para el trasporte de carga y 45% para los autobuseros por un año, que en el caso de los camioneros se transformó en permanente en la práctica.
Por otra parte, la reforma tributaria de 2014 estableció un impuesto verde sobre los vehículos nuevos para incentivar la compra de aquellos que contaminan menos. A su vez, se impuso un impuesto a las emisiones contaminantes sobre las grandes fuentes fijas (calderas y turbinas), que busca ser ampliado en la modificación tributaria del gobierno actual, porque tan sólo 94 establecimientos lo pagaron en 2017.
En esta reseña histórica se observa que la aplicación de un impuesto específico a los combustibles ha sido desordenada al momento de enfrentar la contaminación generada por cualquier tipo de fuente, donde la mayor tajada recae sobre los automovilistas.
Por lo tanto, sugiero analizar la disminución o derogación del impuesto específico a los combustibles, a cambio de un impuesto verde que grave la emisión de contaminantes sobre todas las fuentes móviles y fijas, como ocurre en la mayoría de los países de la OCDE, manteniendo la recaudación fiscal constante. Así, un automovilista o camionero pagará un impuesto según el año, gases contaminantes y valor de su vehículo, en vez de la forma actual, con un valor parejo para todos. También, todas las calderas en los sectores industrial, minero y energético, esencialmente, desembolsarán su impuesto según las emisiones contaminantes y, por último, se incluirá al transporte doméstico aeronáutico, marítimo y ferroviario.
Concluyendo, es evidente que muchos son los regalones que no pagan por contaminar, por lo que es necesaria una revisión del impuesto a los combustibles para que paguen lo que corresponde quienes ensucian más el medio ambiente.