El juego de tronos de la jibia
Jorge Hermann Director Hermann Consultores
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Jorge Hermann
Como la mejor de las sagas literarias, la denominada “guerra de la jibia” aconteció en el sur del país a mediados de enero pasado, donde enfurecidos pescadores artesanales y trabajadores industriales protestaron violentamente, cortaron carreteras, con una colisión múltiple de por medio que dejó tres muertos y varios heridos en la Región de Los Ríos.
El objetivo de la guerra era reclamar por la aprobación o probable veto del gobierno a la ley que regula la extracción del calamar rojo de una forma tan agresiva, que vale la pena hacer la comparación con la mentada serie literaria y televisiva “Juegos de Tronos”, por sus excesos y violencia.
Este conflicto se gestó cuando el Congreso aprobó el proyecto de ley, moción parlamentaria que declaraba ilegal la pesca de la jibia a través del sistema de arrastre, que utilizan los industriales, y que permite sólo atraparla por medio de técnicas artesanales como la “potera” o “línea de mano”. Es decir, la cuota de captura que tienen los pescadores artesanales pasó de un 80% a un 100%, dejando automáticamente fuera del mercado a las grandes empresas. Frente a lo cual, el gobierno dio un paso en falso al proponer un veto presidencial que incorporaría el sistema de “cerco”, para darle una alternativa de pesca a los industriales. La propuesta tuvo un repudio generalizado del sector pesquero, que actuando como verdaderos señores feudales, llevaron al gobierno a retroceder al poco tiempo.
El problema de fondo es que la ley de la jibia es contraria a la libertad de emprender, porque inhibe el derecho que tienen las personas a desarrollar, individualmente o asociadas, las actividades económicas que ellas decidan sin atentar contra la moral, el orden público o la seguridad nacional, interviniendo la manera de desarrollar dicha actividad por razones meramente políticas de beneficiar un grupo sobre otro.
En efecto, la ley es populista, ya que con una votación mayoritaria de los parlamentarios se cede frente al clamor popular de las pequeñas empresas (pescadores artesanales) que buscaban sacar del mercado a las grandes empresas (industriales). Las medidas populistas tienen un impacto comunicacional positivo en la búsqueda de votos en el corto plazo, mientras que provocan efectos perjudiciales en el largo plazo. Es decir, como dice el famoso refrán, “pan para hoy y hambre para mañana”.
Esta ley es un mal precedente para otros sectores productivos, porque abre la puerta para quebrantar la libertad de emprender con una facilidad sorprendente sobre una actividad económica que se ajusta a las normas legales que la regulan. Por ejemplo, limitar la extracción de la jibia a los pescadores es equivalente a permitir sólo la venta de pan en panaderias de barrio y no en supermercados, así de simple.
Por lo tanto, es necesario que los pescadores artesanales e industriales convivan en el mercado de la jibia tal como lo hacen en la extracción de los peces, donde se fija una cuota de pesca por tipo de embarcación. Una alternativa es que se fije por ley una cuota de captura del calamar rojo y que ésta se revise tecnicamente por un grupo de científicos independientes para lograr la sustentabilidad del recurso en el tiempo.
Finalmente, estimado lector, espero que recuerde que cuando esté molesto por una ley populista que atenta contra la libertad de emprender, no actúe como un personaje de “Juego de Tronos”, porque el diálogo constructivo es la mejor forma de solucionar los problemas sin pasar a llevar al resto de la sociedad.