Inteligencia en los sistemas previsionales
Maurizio Pancorvo Fundador de BackSpace
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Maurizio Pancorvo
La integración de la inteligencia artificial (IA) en el mundo laboral está transformando no sólo la forma en que trabajamos, sino también cómo se configura el mercado laboral y, por ende, cómo deben adaptarse los marcos regulatorios en torno a éste. Uno de los aspectos en donde la IA puede tener alta incidencia es en el sistema de pensiones, el que justamente ha estado en el centro del debate en Chile por varios años.
No es un disparate decir que las nuevas tecnologías, y en particular la IA, están fomentando una tendencia hacia trabajos por proyecto o creando incentivos para desempeñarse de manera independiente. Este fenómeno se da especialmente entre los jóvenes, quienes familiarizados con la tecnología y flexibles en sus carreras, pueden acomodarse fácilmente a un mercado laboral que valora habilidades especializadas y adaptabilidad. Este cambio hacia el ‘trabajo por proyecto’ les ofrece la oportunidad de desarrollar un portafolio diverso de experiencias y habilidades, preparándolos para un futuro laboral dinámico donde el vínculo ya no es con una empresa en particular, sino con un grupo de empresas o personas diversas.
“Muchos legisladores parecieran ignorar los profundos efectos que están teniendo las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial en el mercado laboral”.
Por otro lado, las personas más próximas a su jubilación enfrentan desafíos únicos debido a la disrupción en ciertas industrias. La automatización y eficiencia de la IA pueden hacer obsoletos algunos empleos tradicionales, dando como resultado una mayor inestabilidad laboral y creando nuevas lagunas para estos trabajadores en materia de cotizaciones. Esta mayor incerteza en una etapa cercana a la jubilación plantea serias preocupaciones sobre su seguridad económica y su capacidad para contribuir suficientemente a sus fondos de pensiones.
¿Cuánto de esta realidad ha sido incorporada en la discusión actual sobre el sistema de pensiones? Lo cierto es que muchos legisladores parecieran ignorar los profundos efectos que están teniendo las nuevas tecnologías en el mercado laboral y sus potenciales impactos sobre los modelos previsionales.
Con la mirada puesta en el espejo retrovisor concluiremos que un 6% de cotización adicional pagadas por un único empleador puede ser una fórmula para mejorar las pensiones de los trabajadores locales. Pero si lo que queremos es regular pensando en lo que está pasando ahora y, sobre todo, anticipando lo que viene en el futuro inmediato, tenemos que reconocer que la discusión legislativa sobre el sistema previsional sencillamente no ha estado a la altura.
Es urgente que los sistemas de pensiones se adapten para ser más inclusivos y flexibles, reconociendo la creciente diversidad en cómo las personas trabajan y obtienen sus ingresos. Esto es esencial para garantizar que todos los trabajadores tengan acceso a una seguridad económica adecuada en su vejez. Aunque se avanzó en parte en la ley de 2019, falta mucho para tener una regulación que incorpore las nuevas modalidades de trabajo de manera integral, pero, sobre todo, que se generen incentivos para la formalidad para evitar incrementar las lagunas previsionales y seguir sobrecargando al Estado hacia el futuro.