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Columnistas

Inflación y tasas: ¿Retrocediendo a los ´90?

RODRIGO ARAVENA GONZÁLEZ ECONOMISTA JEFE BANCO DE CHILE

Por: Equipo DF

Publicado: Lunes 21 de febrero de 2022 a las 04:00 hrs.

Probablemente le llamará la atención que, una vez más, esté destinando este valioso espacio para hablar del mismo tema: inflación, pero la situación actual realmente lo amerita. Más allá de las últimas cifras de IPC, la ausencia de señales de un pronto cambio de tendencia ha identificado significativamente la posibilidad de tener niveles de tasas como los de 2008, o incluso mayores si se materializan ciertos riesgos. En otras palabras, no es del todo descartable que volvamos a niveles de tasas no vistos desde la década de los ´90.

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Más allá de las estimaciones puntuales de inflación, debemos reconocer que los riesgos se han incrementado materialmente los últimos meses. Una de las razones que justifican la mayor preocupación, es que sigue sorprendiendo al alza y registrando cifras inéditas desde que existe la meta actual de inflación. El alza de 1,2% en enero no solo constituyó una sorpresa adicional al mercado (la séptima consecutiva), sino que además llevó al índice general a ubicarse levemente por debajo del 8%, casi triplicando la meta del Banco Central. Como se ha destacado en diversos análisis y titulares de prensa, hoy tenemos la mayor inflación de los últimos 14 años.

En este contexto, los efectos de segunda vuelta se han intensificado materialmente, lo cual hará que la inflación sea aún más persistente. Algunas señales inequívocas en esta dirección incluyen la aceleración en todas las medidas subyacentes (principalmente la no transable), el aumento en las expectativas de inflación, el aumento en los salarios nominales y, sobre todo, la alta cantidad de bienes que ha subido de precios los últimos meses, que en enero llegó a casi un 70% de la canasta. Estos factores confirman que la inflación actual no es un fenómeno puntual, sino más bien algo generalizado.

Adicionalmente, se debe considerar que estamos ante un cuadro que no resulta similar a otros períodos recientes, lo cual agrega una cuota de incertidumbre no despreciable. Si bien no son pocas las comparaciones con el proceso inflacionario de 2007-2008, hay varios elementos que justifican una mayor cautela en esta ocasión. Entre ellos, se debe destacar que entonces la inflación provenía de factores específicos, como los precios internacionales de alimentos y energía; mientras que hoy existe una difusión inflacionaria mucho mayor, que es exacerbada por factores domésticos. Otra diferencia radica en que en 2008 la economía enfrentaba una crisis financiera global y una recesión que redujo las presiones inflacionarias, lo cual se contrapone a las presiones crecientes de demanda y costos laborales que enfrentamos en la actualidad. Junto a ello, se han alcanzado niveles inéditos de liquidez (impulsado por los retiros de los fondos de pensiones), que conllevó a un aumento de 64% en la oferta monetaria M1 a inicios de 2021, superando incluso el peak de 57% anotado en 1992. Lo anterior, en medio de restricciones en la cadena de suministro global, con presiones directas desde la oferta.

Es evidente que la inflación será el principal desafío macroeconómico para el país al menos en 2022, pese a la potencial recesión que enfrentaremos a multas de este año. Dado lo anterior, es fundamental ser realistas y conscientes de que la normalización en el IPC reforzaron esfuerzos adicionales de política económica, incluyendo mayores alzas de tasas de interés y, sobre todo, un ajuste aún más pronunciado del gasto fiscal en el futuro. En momentos como el actual, marcado por una serie de discusiones estructurales, se debe tener más presente que nunca que una inflación baja y estable en el largo plazo compensa, con creces, los potenciales económicos costos y políticos que pueden existir de corto plazo.

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