Lo que la solidaridad sí es
Ignacio Arteaga presidente USEC
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Ignacio Arteaga
Si le pidieran elegir una persona que simbolice la solidaridad, probablemente la primera que se le viene a la cabeza es la figura de San Alberto Hurtado, por su profundo sentido social y porque su llamado a construir un Chile más justo y hermano sigue hoy muy vigente.
El Padre Hurtado murió el 18 de agosto de 1952 y desde el 2001, con motivo de su centenario, se instauró que el mes de agosto estuviera dedicado a la solidaridad. Para algunos, el concepto de solidaridad está asociado a la generosidad opcional, o a una virtud reservada “para gente de buen corazón”, lo que constituye una visión reducida de la solidaridad. Para otros está asociada al socialismo y al colectivismo, nada más errado que esta idea.
La solidaridad no es una ideología, tampoco es sólo una virtud personal, sino que es un principio de orden social que nos recuerda que todos somos responsables de todos.
Como principio rector del orden social, la solidaridad no debiese estar separada del principio de subsidiariedad, porque son dos caras de una misma moneda. A veces algunos las separan por razones ideológicas, pero la realidad se encarga luego de mostrarles su error. Ambas son hermanas que se apoyan y actúan conjuntamente. Cuanto actúo subsidiariamente eso es un acto de solidaridad, y a su vez la forma de solidaridad más acorde con la dignidad humana es cuando ayudo subsidiariamente a los demás, reconociendo sus talentos y capacidades. Por lo tanto, que no nos planteen más esa falsa dicotomía entre solidaridad y subsidiariedad.
En USEC, fundada hace 70 años por inspiración de San Alberto Hurtado para difundir y aplicar la Doctrina Social de la Iglesia al interior de las empresas, queremos rescatar la solidaridad de una serie de prejuicios e imágenes mentales errados. La solidaridad se basa en la sociabilidad humana que emana de nuestra propia naturaleza, sin que hayamos firmado ningún contrato social, ella reconoce esa condición del hombre que lo hace ser feliz solamente en la medida que los demás también lo son.
La solidaridad es el esfuerzo consciente por el bien común, de modo tal que todos seamos responsables de todos, ya que el destino del otro es importante para mi destino y viceversa. Y funciona igual para lo bueno y para lo malo, porque si alguien cae o falla, perdemos todos. No hay decisiones personales, tanto las que llevan a la acción como a la omisión, que no tengan repercusión en el bienestar de los demás. La solidaridad es el principio del orden social que nos enseña a porfía que el destino personal nos lo jugamos todos juntos.
La solidaridad es aun más importante en el ámbito empresarial: el empresario es responsable del destino de sus colaboradores muchísimo más allá de lo que diga o exija el Código del Trabajo, de sus clientes mucho más allá de lo que diga el Sernac, y del medioambiente mucho más allá de lo que le señale la ley o su propia Resolución de Calificación Ambiental (RCA).
El empresario ejerce la solidaridad cuando asume su responsabilidad hacia los demás sirviendo a la sociedad desde su empresa, cuando retribuye con justicia a sus colaboradores por el fruto del trabajo realizado, cuando crea oportunidades de desarrollo, cuando motiva a las nuevas generaciones dándoles un sentido trascendente a sus labores, cuando no pierde de vista el bien común. En definitiva, cuando vive fielmente su vocación empresarial como una noble vocación.