¿Hacia una Nueva Política Industrial?
MAURICIO VILLENA Decano Facultad de Economía y Empresa UDP
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MAURICIO VILLENA
El gobierno entrante tiene entre sus desafíos implementar una nueva política industrial a cargo de un Banco del Desarrollo, con iniciativas como una Empresa Nacional del Litio. Más allá de si esto implica repensar el rol del BancoEstado, es interesante discutir la idea de una nueva “política industrial” como concepto.
Se entiende por política industrial un esfuerzo estatal estratégico para fomentar el desarrollo y crecimiento, a menudo centrado en el sector manufacturero o en parte de él. Son medidas intervencionistas que buscan mejorar la competitividad y capacidades de las empresas nacionales, así como una transformación estructural de la economía.
En la literatura económica, la política industrial se considera actualmente una noción añeja y fracasada. La principal crítica es la noción de “falla del gobierno”: este carece de la información, capacidades e incentivos para determinar si los beneficios de promover ciertos sectores y no otros superan los costos y, a su vez, no tiene la capacidad de implementar las políticas. Ejemplo ilustrativo de ese fracaso es la industrialización por sustitución de importaciones en América Latina (incluido Chile) entre 1950 y 1980. En general, la falla es que los gobiernos de turno actuarán siempre en base a incentivos electorales o personales de corto plazo y las políticas serán capturadas por grupos de interés, distorsionando así la protección eficiente de recursos.
Sin embargo, economistas como Dani Rodrik (Harvard) argumentan que las intervenciones estatales pueden ser necesarias ante fallas de mercado, como externalidades y monopolios naturales, principalmente en los mercados de crédito, trabajo y conocimiento. Mariana Mazzucato (University College London) plantea también que las empresas están perdiendo la capacidad de innovar, pues han dejado de invertir en I+D para privilegiar las ganancias de corto plazo, por lo que se necesitan políticas industriales frente a los grandes desafíos económicos de los países.
Harrison y Rodríguez-Clare (2010) encuentran poca evidencia de beneficios en las intervenciones “duras”, que distorsionan los precios; promueven en cambio políticas industriales “suaves”, que resuelvan eventuales fallas de coordinación en industrias donde el país ya tiene ventaja comparativa. La política industrial moderna se basa en intervenciones acotadas para regular las redes de cooperación, mejorar infraestructura e I+D, o corregir asimetrías de información en sectores específicos.
Muchos países están viendo un renacimiento de la política industrial, ¿pero qué explosión son más eficaces para promover el desarrollo económico? Chile debe presentar sus ventajas comparativas en productos y servicios como la industria vitivinícola y el turismo, o en los sectores de mayor productividad, que solo pueden volverse competitivos a largo plazo. ¿Serán las fallas del gobierno más generalizadas y las tumbas que las del mercado? Cuanto menores son las capacidades de un gobierno, mayor es el riesgo de captura de las políticas industriales, lo que puede dañar mucho más a la economía que las fallas del mercado.