Pensiones, mercado de capitales y cuarto retiro
Guillermo Tagle Presidente Credicorp Capital Chile
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Guillermo Tagle
La incertidumbre generada por la prolongada discusión del eventual cuarto retiro desde los Fondos de Pensiones, ha mantenido en suspenso y semi detenido al mercado de capitales de Chile.
Que el tema no fue zanjado antes de las elecciones, aunque sin duda no era el objetivo de quienes presentaron proyectos de retiro, puede traer racionalidad al análisis del Congreso, que ya no tendrá incentivos para utilizar para fines electorales este tema de tanta trascendencia.
Desde que se inició la discusión de propuestas de retiros previsionales adelantados, casi la totalidad de los analistas especializados en temas económicos y financieros (de diversas corrientes políticas), coincidieron siempre en que esta era una mala política pública. Una que -además de imponer una carga fiscal adicional para el largo plazo- sería perjudicial para la comunidad, por la generación de profundas dificultades económicas, financieras y de funcionamiento del mercado de capitales.
La facilidad y eficiencia con que se materializó el primer retiro llevó a muchos del mundo político a calificar a sus detractores de "exagerados", "defensores de intereses corporativos", de tener conflictos de interés, descalificando cualquier augurio de efectos nocivos para la ciudadanía. Así fue como rápidamente fluyó la discusión del 2do y luego del 3er retiro, en que ya "engolosinados" con la facilidad de este mecanismo para repartir dinero en forma rápida y efectiva, se decidió sumar a las compañías de seguros, para que también llegaran recursos a los pensionados con rentas vitalicias.
Todo eso que en la discusión de los primeros retiros era calificado de "exageración ideológica", cuando llegamos a la discusión del cuarto, se convirtió en realidad. El valor de los activos de renta fija se desvaneció; los pensionados con retiro programado vieron caer sus ahorros y con ello su pensión; quienes estaban en proceso de comprar vivienda vieron desaparecer las aprobaciones de sus eventuales créditos hipotecarios; las tasas de interés se duplicaron, los plazos se acortaron y la inflación (fruto en buena medida de la abundancia de fondos repartidos) termina afectando a los más vulnerables, cuyos salarios pierden poder adquisitivo y se empiezan a empobrecer.
En un ámbito más macro, los proyectos de inversión no se pueden financiar, se detienen las colocaciones de bonos y acciones, se suspenden las colocaciones de fondos de inversión y sube el costo del crédito. Todo esto ya no es especulación ideológica de futuro. Es realidad concreta.
Las consecuencias de una política pública irresponsable alteran las bases del funcionamiento del mercado y, como en todas estas cosas, el perjudicado principal es el ciudadano normal y corriente. El que no pudo comprar una vivienda, el que vio reducida su pensión, el que ahora no le alcanza su sueldo (por la inflación), al que le subió el dividendo en UF de su crédito hipotecario. La continuación de discusiones políticas con dimensión "populistas" o fines electorales de corto plazo ya le ha costado muy caro a los ciudadanos de Chile. Lo que una mala política pública entrega por un lado, lo cobra con creces por otro.
Es de esperar que al haber terminado ya este ciclo tan intenso de elecciones que hemos debido enfrentar, pueda volver la discusión a niveles técnicos correctos y con la debida preocupación de buscar el bien común para Chile.