Geopolítica, la esperanza para el hidrógeno verde chileno
Carlos Cruz Infante Country Manager Cefeidas Group Chile & Perú
- T+
- T-
Carlos Cruz Infante
Chile fue un pionero del hidrógeno verde (H2V). “El que pega primero, pega dos veces”, pensamos varios. Pero la realidad no fue necesariamente esa. Si bien se avanzó mucho en 2020 y hubo un boom en 2022, recientemente Brasil tomó la delantera. La presión está, pero tenemos una ventaja clave: el posicionamiento geopolítico de Chile.
En 2020, el Presidente Sebastián Piñera anunció la Estrategia Nacional de H2V. La reacción fue rápida y favorable. En marzo de 2021, Chile firmó un acuerdo con el puerto de Rotterdam para exportar el combustible a la Unión Europea (UE). Ese año, ya habiendo asumido el Presidente Gabriel Boric, empezaron a llegar interesados austriacos, franceses, alemanes e italianos. Hasta ahí, el sector prometía mucho.
“El país tiene claras desventajas estructurales para competir con gigantes como Brasil. Sin embargo, nuestra consistencia en la política internacional podría seducir a inversionistas”.
En paralelo, en febrero de 2022 Putin invadió Ucrania. ¿Qué relevancia tiene esto? Pues, que en 2011, para asegurar el suministro energético de Alemania, la exCanciller Angela Merkel había empujado la construcción de gasoductos críticos, como los Nord Stream 1 y 2. ¿Quién proveía el gas? Rusia. Merkel tenía la estrategia de promover relaciones más fluidas con el Kremlin a través del intercambio económico, pero tal como ya habían advertido Estados Unidos y Europa del Este, gatilló la brutal dependencia energética de la UE hacia Rusia. El conflicto bélico hizo que la situación se tornara dramática.
Europa debía diversificar su matriz y el interés por el H2V en Chile explotó. En ese contexto, el sucesor de Merkel, Olaf Scholz, entró en acción: en 2023 visitó Sudamérica para fortalecer las relaciones y respaldó a las empresas alemanas evaluando invertir en el H2V chileno.
El incipiente H2V chileno aún prometía.
Desde 2023, sin embargo, Brasil irrumpió con fuerza. El Presidente Lula da Silva publicó en 2024 su Política Nacional de Transición Energética, que contempla importantes incentivos para el H2V. Brasil, a diferencia de Chile, tiene megapuertos funcionando y mirando hacia el Atlántico, lo que facilita la venta a la UE. Además, su enorme mercado interno podría impulsar la demanda, abaratando los costos del sector.
¿Cuál es, entonces, la ventaja de Chile? Geopolítica. Lula, tal como hizo el Presidente Cardoso con su política de “no-alineación” y autonomía estratégica respecto de las potencias occidentales, ha privilegiado su posición en el BRICS y mantenido la neutralidad hacia la Rusia de Putin como muestra. Esto da poca garantía a la UE de que el gobierno brasileño esté en línea con sus intereses estratégicos.
Chile, en cambio, ha estado alineado con la UE consistentemente. En 1967 se convirtió en el primer país de la región en tener una representación local del bloque, y en 2023 ambos renovaron su acuerdo de colaboración y comercio bajo el Acuerdo Marco Avanzado, que incluye a la energía sostenible entre sus pilares estratégicos.
Tenemos claras desventajas estructurales para competir con gigantes como Brasil. Sin embargo, nuestra postura geopolítica y consistencia en la política internacional podría seducir a inversionistas para quienes las tensiones globales son cruciales. Capitalicemos dicha ventaja, aún es tiempo.