Veinte años en APEC: ¿Y qué planes a futuro?
Tras dos décadas exitosas necesitamos nuestra “hoja de ruta” para lo que viene
- T+
- T-
Fernando Reyes Matta
En una semana más Chile será sede del II Foro Internacional de Marca País, organizado por la Fundación Imagen de Chile. En la ocasión once países de América Latina intercambiarán sus experiencias, estrategias y resultados en la tarea de posicionar su "marca" en los escenarios internacionales. Y esto remite a un prerrequisito esencial: entender en qué mundo estamos y hacia dónde van las tendencias del orden global.
Escribimos esta columna desde Beijing y aquí han pasado cosas importantes, tanto dentro de APEC como en su entorno. Hace veinte años Chile ingresó a este foro y, sin duda, aquella fue una decisión estratégica visionaria. Hoy, especialmente en el trato que se le da a la Presidenta Michelle Bachelet entre los líderes, hay un reconocimiento que este socio
–aunque está en el otro extremo del mundo- ha sabido entender el espíritu presente y futuro de lo que significa el concepto Asia-Pacífico y sus proyecciones.
Con el Presidente Eduardo Frei nos comprometimos con las llamadas metas de Bogor: Chile dijo que, al 2010, podíamos reducir sustancialmente las barreras al comercio y las inversiones y promover el libre flujo de bienes, servicios y capital entre las economías de APEC. El Presidente Ricardo Lagos demostró esta voluntad impulsando con fuerza diversos TLCs y realizando una exitosa Cumbre de APEC en esta otra orilla de la cuenca del Pacífico. La Presidenta Bachelet reafirmó nuestra presencia en el área poniendo en marcha los TLC con China y Japón que, sumado al ya suscrito con Corea, forman una triada clave para las exportaciones chilenas en el Asia. Sebastián Piñera puso el acento en suscribir los acuerdos de Chile con los países miembros de ASEAN, mientras se sumó con entusiasmo a las negociaciones del Transpacific Partnership (TPP), impulsado con fuerza por Estados Unidos desde 2010.
Dos décadas después de nuestra llegada a APEC, este foro ya no es el mismo ni la interacción entre sus socios es igual a la de hace 20 años. Lo visto en Beijing lo demuestra: China es actor principal en el ordenamiento del siglo XXI. Con Estados Unidos, primera potencia mundial, se configura un diálogo entre pares que manejan, simultáneamente, las vías de la competencia y la cooperación. "El océano Pacífico es suficientemente ancho como para acomodar el desarrollo de China y Estados Unidos" dijo Xi Jinping en declaraciones a la prensa. El Presidente Obama, a su vez, subrayó el papel de China en la lucha frente al ébola, el control del programa nuclear norcoreano y las relaciones con Irán.
Pero la sorpresa fue el gran acuerdo sobre el control de gases de efecto invernadero. Los dos países más contaminantes del planeta se comprometieron a metas concretas. Al 2025, Estados Unidos recortará sus emisiones de CO2 entre un 26% y 28%; China aumentará al 20% las energías no contaminantes en su consumo total. Está claro, China y Estados Unidos vivirán en medio de muchas tensiones, pero a la hora de hablar de "bienes públicos globales" tendrán que ponerse de acuerdo.
En ese marco, es importante el manejo político que la Presidenta Bachelet ha tenido en esta cita APEC. Por una parte, estar en las negociaciones del TPP promovidas por Obama y cuidando allí lo nuestro. Por otro lado, respaldando la idea de Xi Jinping de una "hoja de ruta" para avanzar hacia un Area de Libre Comercio del Asia-Pacífico (FTAAP, sigla en inglés), un área que sea omnicomprensiva de todos los acuerdos parciales existentes.
¿Y qué debemos hacer para los próximos veinte años en APEC? Varias metas: entrar fuerte al proyecto de la conectividad (carreteras y trenes rápidos en Asia, mejores servicios aéreos y marítimos desde América Latina). Impulsar servicios en la conectividad digital: allí no hay distancia. Subirse con ellos al carro de la innovación. Estar en la punta de las tecnologías agroindustriales: habrá más demanda de alimentos. Y, por sobre todo, entender "al otro" en esa transformación profunda que vive Asia. Allí, al otro lado del Pacífico, está buena parte de nuestro futuro.