DF Tax | Exenciones y regímenes preferenciales: urge la necesidad de evaluarlos
Gonzalo Polanco, director del Centro de Estudios Tributarios de la U. de Chile.
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Gonzalo Polanco
Aquellos que estudiamos la tributación y las políticas públicas en el área, hemos señalado de manera reiterada la necesidad de revisar el gran número de exenciones y regímenes preferentes existentes en nuestra legislación tributaria.
Esta necesidad se hizo más evidente tras la publicación, en enero de 2021 del “Informe sobre Exenciones y Regímenes Especiales”, redactado por la “Comisión Tributaria para el Crecimiento y la Equidad”. Uno de los aspectos que más llamó la atención del informe fue que los comisionados encontraron falta de información, para efectuar una adecuada recomendación sobre la pertinencia de la exención o tratamiento preferente.
“El problema es que existen exenciones que ni siquiera se recuerda el contexto en el que se establecieron, ni tampoco si han cumplido el objetivo. Áreas geográficas del país siguen en el más completo abandono, a pesar de la existencia durante años de mecanismos de estímulo tributario”.
En nuestro país, hemos sido optimistas en torno a las posibilidades que tiene el sistema tributario para promover fines diferentes a la recaudación, tales como la investigación y desarrollo; educación, fomento a la lectura, cultura, entre otros. Todos, por cierto, objetivos dignos de encomio. Sin embargo, este entusiasmo contrasta con la evidencia, que da cuenta de los problemas de los tributos, como forma de incentivar o desincentivar las conductas.
En nuestra ley, se han incluido un gran número de beneficios tributarios en favor de sectores de la economía o áreas geográficas. Basta ver los artículos relacionados con las exenciones en la Ley del IVA, o en la de Impuesto Territorial, para entender cómo se acumulan exenciones, con la idea de que, con alguna ayuda estatal, ciertos sectores o áreas podrían despegar, a tal punto, que al cabo de un tiempo ya no sería necesario mantener esos beneficios. Y de eso han transcurrido décadas.
El problema es que existen exenciones que ni siquiera se recuerda el contexto en el que se establecieron, ni tampoco si han cumplido el objetivo. Áreas geográficas del país siguen en el más completo abandono, a pesar de la existencia durante años de mecanismos de estímulo tributario. Tal vez por el mismo entusiasmo, inconveniencia política, o desidia -o la suma de todos- estos beneficios se han mantenido sin que exista -al menos públicamente- una evaluación de cuál es su efecto.
Un ejemplo de ello es que en el 2012, a través de la Ley 20.630 sobre reforma tributaria y financiamiento al sistema educacional, se incorporó en la legislación el artículo 55 ter a la Ley de la Renta, el que estableció un crédito en contra del Impuesto de Segunda Categoría o del Global Complementario, que puede ser imputado por el padre o madre, en atención a los pagos a instituciones de enseñanza preescolar, básica, diferencial y media, reconocidas por el Estado. En ese momento, se estableció un incentivo para estimular la asistencia de los estudiantes al colegio, que indicaba que el alumno, que es causante del crédito debía contar con un mínimo de asistencia del 85%, salvo casos excepcionales acreditados.
A principios de año, se conoció el aumento de las cifras de deserción escolar. Y un porcentaje alto de alumnos presenta ausentismo calificado como “grave”. Sabemos que, en parte, esta deserción es un caldo de cultivo para el reclutamiento de jóvenes en la carrera delictual, una de las principales preocupaciones de la ciudadanía, según las encuestas.
Resulta evidente que este incentivo establecido hace más de 10 años no cumplió su objetivo. Sin embargo, un estudio más detallado podría dar luces acerca de su real utilización y determinar si debería aumentarse, para que ayude a cambiar conductas; reformularlo o eliminarlo.
Hoy, no es posible tomar una decisión, porque, en esta materia, hace años navegamos a ciegas, al no tener conocimiento del origen de muchas exenciones; qué se tuvo en cuenta para incorporarlas; si han cumplido o ayudado a cumplir el objetivo y si existe otro camino o medio más eficiente para lograrlo.
En el ejemplo anterior, no basta establecer un incentivo tributario para terminar con la deserción y el ausentismo. El fenómeno es complejo y no se supera solo con el aumento del crédito. Esta es una herramienta que junto a otras permitiría una transferencia directa a las familias, para alinear los incentivos en favor de la educación y no hacia la lucrativa carrera delictual. Para saber si usar este remedio, aumentar la dosis o sencillamente cambiarla, primero hay que evaluar sus resultados.