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Estado de bienestar y cultura del Maná

Ha sido en el marco de la entrega de un merecido premio a su trayectoria...

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Ha sido en el marco de la entrega de un merecido premio a su trayectoria, cuando por estos días el empresario valenciano Juan Roig, se permitía llamar a Europa el “estado del derroche”, lo que ha calado hondo, como suele ser con el dolor sincero de la verdad bien dicha.



Quienes vivimos y trabajamos buena parte de nuestro tiempo en Europa hemos sido testigos de como el entorno sobreprotegido ha sido sobrepasado, tanto en salud (con los excesos de gastos abultados por quienes hacen turismo clínico a costa de los impuestos de los residentes), pensiones (no habrá suficientes jóvenes para pagarlas dentro de 30 años) y educación (un buen modelo, pero en su mayoría desfinanciado).

Este entorno sobreprotegido ha sido caldo de cultivo para un ambiente poco productivo, donde los contra-incentivos para ser productivos han mermado el esfuerzo que otrora hizo grandes a nuestros antepasados. Roig nos recordaba como la sociedad ha avanzado a punta de trabajo, esfuerzo y riesgo, lo que parece el pálido eco de un pasado innecesario para una sociedad donde los colectivos aparentemente pretenden vivir a partir de unos valores completamente distintos, a la espera de un “Maná” proveído por una fuente divina, para soportar el desierto de sus propias incompetencias y desidias.

Estas son parte de las cosechas obtenidas de una siembra de sobreprotección, un estado de bienestar exacerbado y un monumento a la defensa de los derechos sin equilibrios en las obligaciones. Esto provoca que este tejido social -obeso y poco saludable- vea como “impopulares y molestas” las medidas que les empujan a ejercitar las lejanas virtudes de quienes se ganaron con esfuerzo y trabajo su “estado de bienestar personal”, sin esperar que cayera del cielo como un maná teñido de derroche.

Quienes tenemos la suerte de estar en los principales círculos académicos internacionales, podemos comprobar como la mirada de una Europa que viene de vuelta en muchos aspectos del desarrollo, hoy tiene su eje de impacto económico atravesado por las dificultades de financiamiento presentes y emergentes en salud, educación y pensiones.

En estos momentos en que países emergentes, con recientes tradiciones educacionales y universidades con directivos haciendo la práctica re-estudian sus modelos de financiamiento educacional, bien valdría la pena no desoír las enseñanzas de quienes ya han recorrido el camino.

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