Emergencia laboral, educación y desarrollo
María José Gutiérrez Directora Ejecutiva Grupo Educacional Enovus
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María José Gutiérrez
Sin entrar a debatir si en Chile existe o no una “emergencia laboral”, el que el 28% de nuestra fuerza laboral opere en la informalidad y que más de la mitad de los trabajadores carezca de educación superior, son factores estructurales que inevitablemente pueden comprometer nuestra sostenibilidad a largo plazo y obstaculizar el progreso hacia el desarrollo.
Al observar cuatro trimestres consecutivos de caídas en las inversiones y el modesto crecimiento del PIB, el panorama se torna aún más desafiante para enfrentar nuestra realidad. Nos encontramos en medio de una revolución tecnológica e innovadora que no espera a nadie. Estemos preparados o no, este tren hacia el futuro sigue su curso y sin un enfoque disruptivo, centrado en la innovación, corremos el riesgo de quedarnos atrapados en un ciclo que limitará nuestro potencial.
“Estamos en medio de una revolución tecnológica e innovadora que no espera a nadie. Sin un enfoque disruptivo, corremos el riesgo de quedarnos atrapados en un ciclo que limitará nuestro potencial”.
Afortunadamente, hay motivos para el optimismo. Un estudio de Boston Consulting Group reveló que un 82% de nuestros trabajadores está dispuesto a adquirir nuevas habilidades para mantenerse competitivos y empoderados en el mercado laboral. Este anhelo de superación encuentra eco en el último informe sobre matrículas del Servicio de Información de Educación Superior, que destaca el crecimiento de la educación online, un modelo que aprovecha la innovación y la tecnología para llegar a aquellos que, por razones de tiempo, costo o distancia, no pueden acceder a la educación presencial.
El desafío es evidente. La irrupción de la inteligencia artificial, la digitalización de prácticamente todos los aspectos de la vida, el auge de las redes sociales, la urgencia planteada por el cambio climático, las crecientes exigencias de procesos productivos más sostenibles y el envejecimiento de la población, son solo algunos de los fenómenos que están moldeando nuestro entorno. Estos cambios demandarán ajustes profundos en los equipos de trabajo de las empresas que aspiren al liderazgo o, al menos, a la supervivencia.
La pregunta que muchas organizaciones alrededor del mundo se plantean hoy es: ¿cómo adaptarse? Aquí es donde la educación se presenta como el diferenciador clave, capaz de proporcionar nuevas herramientas a lo largo de todo el ciclo laboral de una persona. La educación puede mejorar la empleabilidad, productividad y capacidad de adaptación de los trabajadores, empoderándolos en el mercado laboral. La tecnología y la flexibilidad aplicadas a la educación se perfilan como herramientas esenciales para que ello ocurra.
No cabe duda de que estamos al borde de transformaciones profundas. Generar las condiciones para que la educación responda a los requerimientos del siglo XXI debe ser una prioridad en nuestras políticas públicas. Esto debe incluir desde la educación primaria hasta el continuo desarrollo de habilidades en jóvenes y adultos ya inmersos en el mundo laboral, quienes no pueden permitirse quedar rezagados en esta imparable carrera hacia el futuro.