El viaje del micro y pequeño emprendedor: de la supervivencia a la formalización
Karina Durney, Escuela de Negocios UAI y Claudio Bravo, Escuela de Negocios UAI
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Karina Durney y Claudio Bravo
Nos estamos acostumbrando a leer en la prensa cómo se desarrolla cada día más el ecosistema de startups en nuestro país, y lo hacemos esperanzados por la prosperidad económica e innovación que puedan traer a nuestras vidas. No obstante ello, a menudo se pasa por alto la realidad abrumadoramente distinta a la que se enfrentan muchos micro y pequeños emprendedores, especialmente los que operan al margen de la economía formal. Los resultados del proyecto “Ruta de la PYME” impulsado por el Gobierno de Santiago y la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez ponen en relieve la necesidad crucial de un ecosistema de apoyo que aborde los retos específicos de las empresas informales y semiformales.
“El espíritu emprendedor está fuertemente impulsado por la necesidad más que por la oportunidad, la mayoría de los microemprendedores son mujeres, y los costos economicos y de tiempo desalientan la formalización”.
Una de las conclusiones más reveladoras de la investigación es que el espíritu emprendedor está fuertemente impulsado por la necesidad más que por la oportunidad, y que la mayoría de los microemprendedores son mujeres. Muchas de estas empresas no son las mediáticas startups de alto crecimiento, sino emprendimientos a pequeña escala que luchan por la sobrevivencia. Un punto crítico es el de la formalización: aunque un sector de los emprendedores entiende que formalizarse conlleva una ventaja asociada al potencial aumento de sus ventas, más del 80% declara que se ven desalentados por los costos económicos y de tiempo, las trabas burocráticas y la posible pérdida de beneficios sociales que garantiza la informalidad (en cada uno de estos ítems por separado).
El impacto de la informalidad no solo afecta a cada microempresario, sino también a la economía en su conjunto, por lo cual se requiere un esfuerzo de políticas públicas para abordarla. En base al estudio realizado, existen dos grupos de medidas clave.
En primer lugar es esencial desmitificar el proceso de formalización, haciéndolo más transparente y menos desalentador. Esto implica que el Estado agilice los procedimientos, pero también que garantice que los emprendedores tengan acceso a información precisa y oportuna sobre un proceso de formalización que debe ser equitativo entre emprendedores y que debe ser un medio primordial para el crecimiento de los emprendimientos.
En segundo lugar, se deben repensar las estructuras de apoyo que proveen las agencias públicas para proporcionar no solo los necesarios incentivos financieros, sino que también un ecosistema que apoye “el viaje del emprendedor”, centrándose particularmente en las micro y pequeñas empresas que se constituyen muchas veces como un único medio de subsistencia. El aumento de la digitalización es hoy una oportunidad para facilitar la formalización en la medida en que se desarrollen plataformas ad hoc para atender las necesidades de los microemprendedores.
Los micro y pequeños emprendedores son un testimonio de resiliencia y adaptabilidad. Pero, necesitamos que esta vitalidad se traduzca en un crecimiento económico sostenible y para ello es esencial un sistema de apoyo rediseñado que no solo fomente la formalización, sino que también nutra su creatividad, productividad y crecimiento.