El problema del gobierno: la cantidad, la magnitud y la simultaneidad de las reformas
Pablo Longueira
En una grata conversación con un amigo de la Concertación, a quien considero muy sabio y respeto mucho, me dijo que me podía apropiar de los conceptos que según él resumían los problemas del actual gobierno. La cantidad, la magnitud y la simultaneidad de las Reformas. Como me interpretaron, decidí efectivamente hacerlas mías.
En efecto, en estos primeros seis meses de gobierno –que se cumplen esta semana- se ha instalado un escenario que da cuenta de una verdadera avalancha de reformas estructurales, en las más diversas áreas. Aquellas que ya están en trámite en el Congreso –tributaria, educacional y al sistema electoral-, pero también un sinnúmero de otros cambios, cuya magnitud aún permanece con un gran signo de interrogación: Isapres, AFPs, cambios laborales, a la institucionalidad del Agua, por sólo nombrar algunos. Y cuyo punto cúlmine en el mediano plazo será el debate por una nueva Constitución, con la infinita gama de temas que ello abre… Sin contar la discusión que se viene sobre el mecanismo que se usará para definir la nueva Carta Fundamental, donde aún algunos defienden la idea de una Asamblea Constituyente.
Este escenario “refundacional”, condimentado por quienes en la Nueva Mayoría siguen apostando a la lógica de la retroexcavadora y a alejarse de una lógica de diálogo y acuerdos (que pide un 63% de la ciudadanía según la última encuesta CEP), ha creado un ambiente de desconfianza e incertidumbre que se ha hecho sentir con fuerza. Así lo reflejan las últimas cifras económicas y sondeos de opinión conocidos la semana pasada.
El Banco Central rebajó la estimación de crecimiento a entre 1,75% y 2,25% para 2014, proyecta un débil aumento de la demanda interna (cae de 1,7% a un 0,1%) y una contracción de la inversión en capital (de 4,1% a -0,7%). Pero lo más significativo fue el llamado del presidente del instituto emisor, Rodrigo Vergara, a terminar con las “desconfianzas” y a trabajar “codo a codo” para superar el evidente deterioro generalizado de la expectativas.
En la encuesta Adimark, cae la Presidenta (por debajo del umbral sicológico del 50%), el gobierno tiene más desaprobación que respaldo (48% versus 43%), casi todos los ministros vienen a la baja, desciende el apoyo a sus dos principales reformas (la educacional -47%- y la tributaria -50%- tienen más rechazo que respaldo) y hay más gente que desaprueba el manejo de la economía (53%) y del empleo (55%).
En la misma línea, la encuesta semanal de Plaza Pública Cadem muestra el peor resultado de Bachelet (45% de aprobación y 40% de desaprobación) y un deterioro significativo en las expectativas asociadas al gobierno, a la política y a la economía. Este escenario negativo sólo tuvo el respiro de conocerse un Imacec de 0,9%, mejor que las expectativas del mercado, que eran cifras negativas o nulas. Sin embargo, se trata de la segunda cifra más baja en esta materia desde marzo de 2010.
Este no es un problema del ministro de Hacienda –como plantean muchos de los que cuestionan su gestión públicamente y hasta piden su cabeza en el gabinete-, ya pasó a ser un problema político y que tiene que ver con el clima instalado en el país. De ello dio cuenta nada menos que la madre de la Presidenta, quien ve un ambiente “poco grato” que “me recuerda mucho los últimos tiempos del Presidente Allende”.
Ante todas estas señales, de la opinión pública, de los agentes económicos, sociales y políticos, como dice un viejo dicho, no hay peor sordo que el que no quiere oír.
Hoy se requiere combatir la incertidumbre y recuperar la confianza. Es el único camino que nos permitirá enfrentar con éxito el proceso de desaceleración de la economía. Pero las expectativas no mejorarán si no se ordena la agenda y se cambia el clima refundacional.
A estas alturas está claro que el notable acuerdo que obtuvo el ministro de Hacienda para la reforma tributaria, no fue suficiente. Hay un festival de anuncios de cambios de los lideres y parlamentarios de la NM, que urge ordenar.
La palabra la tiene la conductora del equipo. Debe decidirse lo más pronto posible la cantidad y la magnitud de las reformas que se quieren hacer estos cuatro años. De lo contrario creo que será muy difícil revertir el escenario en el que se encuentra el país.