El Chile que vemos, el Chile que ven

Desde hace algún tiempo, en que las manifestaciones en las calles de Santiago se han hecho más frecuentes, una de las principales preocupaciones de la prensa local es cómo afectan esas protestas la imagen país, principalmente en el área de las inversiones extranjeras.

Chile, destino reconocido de capitales internacionales por ser un país seguro, confiable, con reglas claras y buenas proyecciones de negocios, comenzó a aparecer en los noticieros e informaciones de prensa como una suerte de polvorín donde el país completo asomaba envuelto en un conflicto sin solución. Muchas veces decimos que una imagen vale más que mil palabras, pero también hay ocasiones, y no pocas, en que las imágenes pueden llevarnos a conclusiones equivocadas.

No podemos desconocer que en el último tiempo nuestro país ha vivido una situación extraordinaria. Los movimientos sociales y sus demandas son parte de los desafíos que Chile tiene que asumir en su camino al desarrollo. El crecimiento de nuestro país en los últimos 20 años ha dejado tareas pendientes, que hoy el gobierno ha encarado con voluntad y trabajo, cimentando una labor que verá sus frutos en el futuro y de cara a una ciudadanía consciente, participativa y cada vez más organizada. Pero no podemos quedarnos con una imagen incompleta de lo que es Chile hoy.

Hace pocas semanas, dimos a conocer las cifras de inversión extranjera solicitada en el país durante estos meses. El resultado es una fotografía bastante distinta, que refleja lo que los inversionistas extranjeros opinan del país: entre enero y abril ingresaron al Comité de Inversiones Extranjeras (CIE) solicitudes por 
US$ 6.109 millones, cifra que equivale a un 44,3% del monto total de 2011, año en que se registró el récord histórico de inversión autorizada, con 
US$ 13.790 millones.

Otro dato quizás aún más decidor es que el 58,6% del total de Inversión Extranjera Directa (IED) efectivamente recibida el año pasado (que ascendió al récord de US$ 17.536 millones), corresponde a reinversión de utilidades 
(US$ 10.284 millones), lo que quiere decir que los inversionistas extranjeros no sólo confían en Chile como destino de sus inversiones, sino que están dispuestos a invertir sus ganancias acá en lugar de enviarlas a sus países de origen. Claramente esos inversionistas están viendo más allá de las imágenes de TV o están sintonizado otro canal.

Las cifras de IED 2011 trajeron otras novedades, como que por primera vez dos países asiáticos se ubicaron entre los cinco principales inversionistas en Chile a través del DL 600: Japón (con US$ 1.360 millones) y Corea (con US$ 158,3 millones). El dato es relevante si consideramos que el año pasado la inversión de Corea representó un 79,7% del total histórico materializado por ese país en Chile, mientras que la de Japón alcanzó un 30,1% del total de la IED japonesa. Estas cifras demuestran que la estrategia desplegada por el CIE en Asia está comenzando a mostrar resultados concretos, y que la decisión del gobierno de potenciar el rol del Comité de Inversiones Extranjeras como única agencia de atracción de inversión extranjera va en el camino correcto, al colaborar a la llegada de capitales que aportan al país mediante la creación de empleos, transferencia de tecnología y buenas prácticas, y fomento de la competencia y las industrias auxiliares.

Hoy, en que la economía internacional está atravesando un período de creciente inestabilidad, es cuando los inversionistas extranjeros buscan países que sirvan de refugio. Históricamente Chile ha sido uno de esos lugares, pero tampoco es el único. Cuidar los pilares que han convertido al país en líder en atracción de IED es tarea de todos y un trabajo constante: no somos tan malos como algunos creen, ni tan buenos como nos gustaría ser. El desafío hoy es crecer viendo la fotografía completa. La misma que los inversionistas extranjeros parecen estar mirando hace rato.