Economía verde, crecimiento verde, Chile y una perspectiva regional
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La reciente Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable (Rio+20) de junio de este año acogió la Economía Verde como uno de los mecanismos posibles de utilizar para transitar hacia el desarrollo sustentable. Así, la Economía Verde pudo encauzarse dentro del proceso de Rio+20, saliendo del ámbito conceptual del Pnuma en donde se originó. Arribar a ese desenlace no estuvo exento de fricciones derivadas de las aprensiones del mundo en desarrollo. El concepto fue propuesto en la coyuntura de la crisis de 2008, estableciendo un papel clave para el medio ambiente y trazando reformas que impulsen un nuevo modelo productivo.
Por su lado, el concepto de Crecimiento Verde surgió en la OCDE en junio de 2009, propiciando una estrategia destinada a establecer incentivos y políticas que promovieran inversiones para un crecimiento sostenido y bajo en carbono, complementando las propuestas de sustentabilidad de Naciones Unidas. La Estrategia fue adoptada por Chile en mayo de 2011, de conformidad con su realidad de país en desarrollo de renta media.
Son muchos los avances logrados por el Pnuma y la OCDE en la construcción del andamiaje teórico y práctico de ambos conceptos. Contrastando Economía Verde y Crecimiento Verde, éste último se basa en la búsqueda de nuevas fuentes de crecimiento a través de innovación y productividad, enfatizando la seguridad jurídica y estabilidad macroeconómica. La Economía Verde prioriza el papel gubernamental, de los marcos regulatorios y los impulsos a la inversión privada y pública, resaltando los efectos sectoriales que harían más verde la economía.
Desde un punto de vista normativo, la propuesta de la OCDE expresa juicios de valor en asuntos relacionados a la asignación de recursos, indicadores de crecimiento y políticas públicas. Asimismo, evita la consideración de temas de justicia social, responsabilidades diferenciadas entre países y de justicia intergeneracional, contrastando significativamente con la del Pnuma.
En lo que se refiere a la aplicación de la Economía Verde en nuestra región, nos enfrentamos a la implacable realidad de sus niveles de desigualdad, que también afectan a nuestro país. Si bien Latinoamérica no es la región más pobre del planeta, sí es la más desigual. Apostando por una perspectiva regional de este concepto, algunos sostienen la necesidad de incorporar un enfoque redistributivo que haga incluyentes crecimiento y desarrollo, particularmente de cara a grupos vulnerables.
La Economía Verde asociada a una mirada redistributiva podría impulsar un trato diferenciado en la transición hacia la sustentabilidad, asegurando justicia e inclusión social mediante políticas públicas que absorban sus costos, generando valor para los bienes y servicios del capital natural. Esta visión regional de la Economía Verde sería plenamente consistente con el documento final de Rio+20 al estar en línea con la promoción de la equidad y la implementación de enfoques inclusivos destinados a superar la pobreza y la desigualdad.