DF Tax | Los cuatro jinetes de la reforma tributaria

Claudio Bustos

Hasta ahora, la discusión de la reforma tributaria en la comisión de Hacienda de la Cámara ha sido extremadamente pobre, pues no se han evaluado los grandes temas que dicha reforma involucra, los cuales tienen que ver con la posibilidad de nulo crecimiento económico o, incluso, de una posible recesión económica y de cómo inciden en ello las normas que son parte de la reforma.

Un aumento en las tasas de impuesto no necesariamente lleva a una mayor recaudación fiscal, algo que ha quedado de manifiesto en numerosas oportunidades y, sin ir más lejos, en la pasada reforma del Gobierno de Bachelet, la cual fue sumamente agresiva, pero de nula recaudación en el fondo, ya que lo que recaudó sólo se debió a los beneficios tributarios transitorios que ofreció a los contribuyentes, consistentes en el impuesto sustitutivo sobre el FUT y en la tributación de patrimonios no declarados situados en el exterior. 

“Hasta ahora, la discusión de la reforma tributaria en la comisión de Hacienda de la Cámara ha sido extremadamente pobre, pues no se han evaluado los grandes temas que dicha reforma involucra, los cuales tienen que ver con la posibilidad de nulo crecimiento económico o, incluso, de una posible recesión económica”.     

La reforma en trámite cabalga en base a cuatro jinetes que son absolutamente nocivos y que generan una gran cuota de incertidumbre en la economía y el mercado. Primero, está el aumento en las tasas de impuesto Global Complementario a los tramos medios y altos.

Se trata de una medida extrema, puesto que los impuestos personales en Chile ya son elevados, y no admiten la deducción de gastos, a diferencia de lo que ocurre en otros países.

Además, la norma va en contra de lo que expresamente ha recomendado la OCDE, consistente en ampliar la base de tributación de los impuestos personales, lo que implicaría extender la tributación hacia los sectores de menos ingresos que hoy día no tributan.

En la actualidad, sólo un tercio de la población que genera ganancias paga impuesto sobre las mismas, mientras que el 70% restante no paga impuesto a la renta. Por lo tanto, seguir aumentando impuesto sólo a nivel de los tramos medios y altos es una medida inequitativa y arbitraria en la actualidad.

En segundo lugar, el impuesto a las utilidades acumuladas en sociedades de inversión pasiva es un contrasentido respecto al principio de inversión y ahorro que siempre ha inspirado a nuestra legislación.

Lo que siempre ha buscado el legislador es que las personas reinviertan y ahorren sus rentas, no que las consuman. Pues bien, este impuesto que propone la reforma se percibe como un auténtico castigo a la inversión, lo que es absolutamente incompatible con lo anterior. Además, se asume que las utilidades acumuladas están disponibles y líquidas para los socios en cualquier momento, lo cual es aberrante, pues, en la mayoría de los casos, las utilidades se encuentran invertidas.

En tercer lugar, el impuesto al patrimonio, se ha dicho hasta el cansancio, ha probado ser altamente ineficaz en la gran mayoría de los países en los cuales se ha instaurado, razón por la cual se ha abandonado como política fiscal a nivel mundial. Es un tributo difícil de implementar y de fiscalizar, no recauda lo que se espera, y fomenta la elusión y la fuga de capitales al exterior, algo que ya ha venido ocurriendo en Chile en los últimos dos años.

El cuarto jinete está representado por la figura del “denunciante anónimo”, el cual constituye un incentivo perverso para que se genere una caza de brujas en el ámbito tributario, simplemente por obtener el “premio” económico por la denuncia.         

Cuatro temas, cuatro jinetes que nos pueden llevar a un apocalipsis tributario, con el consecuente daño que ello todavía puede significar para nuestra alicaída economía. Pronunciemos a coro un “vade retro” para que estos jinetes no lleguen a destino.